Alan Vernon y Lore.impe/Wikimedia Commons y Gobierno de Tabasco

Sobre el cielo de México extienden sus alas más de mil especies de aves, entre ellas el águila real, conocida por ser parte del Escudo Nacional. Sin embargo, otras también han sido emblemáticas en la historia del País.

En la época prehispánica representaban conceptos, significados y valores religiosos. Además, estaban vinculadas a seres mitológicos y deidades, como Quetzalcóatl o Kukulkán.

Cinco de las más representativas en diferentes momentos son las siguientes.

Garza blanca

Wagner Machado Carlos Lemes/Wikimedia Commons

Se dice que el lugar de origen de los aztecas es Aztlán, que significa “lugar de las garzas blancas”. Ahora se piensa que podría ser la isla de Mexcaltitán, ubicada en Nayarit.

Según su mitología, el dios Huitzilopochtli ordenó a su pueblo abandonar dicho sitio rodeado por garzas blancas (Ardea alba), cuya altura puede rebasar un metro de altura y su peso alcanza los 1.5 kilogramos.

Son aves migratorias que han sido observadas en todo el territorio nacional. Su blancura representaba la potencialidad.

Aguililla cola roja

Alan Vernon/Wikimedia Commons

Durante su peregrinación, Huitzilopochtli renombró a su pueblo como mexicas, quienes debían fundar Tenochtitlán donde encontraran un águila agitando sus alas, parada sobre un nopal y desgarrando una serpiente.

Si bien el águila real es aceptada por parte de la comunidad científica como el ave que pudieron haber visto, otro sector considera que pudo ser un aguililla de cola roja (Buteo jamaicensis), puesto que la primera suele vivir en montañas altas y es poco probable que haya descendido a un humedal.

La segunda es más común en el Valle de México y es posible observarlas paradas cerca o sobre nopaleras. Además, sus presas incluyen serpientes y otros reptiles.

Quetzal

Dominic Sherony/Wikimedia Commons

Algunos pueblos del centro y sur de México consideraban al quetzal (Pharomachrus mocinno) como un ave sagrada. La cultura maya creía que en la cima de una ceiba sembrada por los dioses vivía el origen de todas las deidades: un quetzal celestial.

Sus plumas eran portadas por gobernantes para mostrar su jerarquía. Se cree que no eran asesinados, sino que era necesario esperar a que mudaran su plumaje para recogerlo. Si alguien se atrevía a ultimarlos, era condenado a la muerte.

Cerca de 40 centímetros mide su cuerpo. Las plumas de su cola llegan a superar un metro de longitud y su coloración verde, blanca y roja remite a la bandera de México.

Carpintero imperial

Fritz Geller-Grimm/Wikimedia Commons

Una leyenda wixárika o huichola cuenta que cuando el Sol surgió e irradió al mundo, los animales nocturnos se enojaron tanto que le arrojaron flechas, pero un par de criaturas lo defendieron: la ardilla gris y el carpintero gigante, por lo que son dioses-héroes.

Con el paso de los años, esa ave fue reemplazada en la narración por un cardenalito porque los wixárikas actuales no llegaron a conocer al carpintero imperial (Campephilus imperialis), que fue el más grande del mundo antes de extinguirse a mediados del siglo pasado.

Distinguido por su cresta escarlata (el color del Sol), este animal de entre 50 y 60 centímetros desapareció por la tala del bosque y su caza con fines alimenticios, para remedios tradicionales o por curiosidad. También fue objeto de campañas de envenenamiento.

Caracara de isla Guadalupe

Marco Antonio Pineda Maldonado/Conabio

Una de las pocas especies que fueron extintas de manera intencional fue el caracara de isla Guadalupe (Caracara lutosa), antiguo habitante de dicho sitio al oeste de la Península de Baja California. Su longitud era de unos 60 centímetros.

A finales del siglo 19 eran abundantes, pero cuando los isleños notaron que atacaban a las crías de cabras decidieron envenenar y cazar a estas aves. Los últimos ejemplares fueron vistos en 1900. Además, coleccionistas y científicos estaban tan interesados en ellas que se extrajeron individuos vivos y disecados a tasas muy elevadas.

Otros factores que contribuyeron a su extinción fueron el pastoreo y la reproducción no controlada de cabras porque se redujo su hábitat para anidación y alimentación.