Pero el té morado que lidera la tendencia global se produce en Kenia, a más de mil 800 metros sobre el nivel del mar. Su historia es reciente y se desarrolla a partir de ejemplares salvajes procedentes de Assam, India.
Por cerca de 25 años, el Instituto de Investigaciones del Té de Kenia (TRFK, por sus siglas en inglés) estudió las tonalidades de diferentes variedades de camellia silvestre, creó clones y perfeccionó su genética a través de la cruza con ejemplares de camellia irrawadiensis, ricos en antioxidantes y pigmentos hidrosolubles (antocianinas).
Dichos antioxidantes, mismos que colorean de rojo, morado o azul, hojas, flores y frutos, como arándanos, granadas y zarzamoras, son la clave de su éxito: se les asocian múltiples beneficios a la salud. Además, se trata de una tipología de té extremadamente baja en cafeína.