El primer intento por subir a la cumbre del Citlaltépetl, mejor conocido como Pico de Orizaba, se dio en el 2017; sin embargo, por las condiciones climatológicas y del glaciar, su grupo no pudo continuar con el ascenso y tuvo que bajar.
Tres años más tarde, en julio pasado, llegó la revancha y, a pesar de la jornada llena de desgaste físico y mental, pudo postrarse en la cima del punto más alto de México, no sin haber tenido complicaciones en la última hora, cuando se encontraba en las faldas del glaciar y sus demás compañeros lo habían adelantado a él y a su guía.
“Me empecé a marear, las piernas me temblaron, en ese momento comencé a ver la montaña no sólo por lo que es, sino por el reto que representa, lo reflejé en la vida misma, ya que nosotros estamos en un camino en el que siempre habrán adversidades; al ver que los demás se estaban yendo me hizo pensar que algo andaba mal”, expresó Ander.