Al final de un largo día de trabajo en las oficinas de la liga de béisbol profesional de Japón, Asumi Fujiwara regresa a su departamento y se pone una pijama.
Quiere hacer un poco de ejercicio antes de acostarse, así que coloca su tapete de yoga de vinilo en el piso frente al inodoro, lo hace rodar más allá de la estufa de la cocina y la tostadora hacia el pie de su escritorio.
Después de estirarse un poco, se pone de pie para adoptar la posición de guerrera. Sin embargo, en lugar de extender los brazos por completo, mete los codos en los costados. “Necesito modificar mis poses o golpearé algo”, asegura Fujiwara, de 29 años.
Con sus altos precios inmobiliarios y el área metropolitana más poblada del mundo, la capital japonesa es conocida por sus pequeños alojamientos.
Pero estos nuevos departamentos, conocidos como habitaciones de tres tatamis, en función de la cantidad de tapetes japoneses estándar que cubrirían el espacio habitable, están ampliando los límites de la vida normal.
Spilytus, una empresa desarrolladora de bienes raíces, ha estado liderando la carga hacia espacios cada vez más pequeños, operando estos departamentos desde 2015, y con más de mil 500 residentes ahora en sus 100 edificios, la demanda se ha mantenido fuerte.
Si bien las unidades tienen la mitad del tamaño de un departamento tipo estudio promedio en Tokio, tienen techos de 3.5 metros de alto y un tipo ático para dormir. También son elegantes, con suelos y paredes de un blanco inmaculado, y con una disposición eficiente, por lo que es posible meter una lavadora, una nevera, un sofá y un escritorio en el interior.
Los cuartos no son para aquellos con un presupuesto realmente ajustado. Se pueden encontrar departamentos más baratos, aunque por lo general tienen décadas de antigüedad.
Pero los microapartamentos, que se alquilan por 340 a 630 dólares al mes, cuestan un par de cientos de dólares menos que otros tipo estudio en áreas similares.
Estos pequeños espacios están situados cerca de lugares de moda en el centro de Tokio como Harajuku, Nakameguro y Shibuya, que suelen ser bastante caros, con boutiques, cafeterías y restaurantes de lujo. La mayoría de los edificios están cerca de las estaciones de metro, la máxima prioridad para muchos jóvenes.
Más de dos tercios de los residentes de los edificios son personas de 20 años, que en Japón ganan en promedio entre 17 mil y 20 mil dólares al año, según datos del Gobierno.
Algunos se ven atraídos por las tarifas iniciales mínimas y la falta de un depósito, un pago no reembolsable al propietario que puede ser tanto como tres meses de alquiler.
Los pequeños espacios funcionan para el estilo de vida de muchos jóvenes japoneses. En el país, no se acostumbra a recibir invitados en los hogares, y casi un tercio de los japoneses asegura que nunca ha tenido amigos, según una encuesta realizada.
Fujiwara ni siquiera ha llevado a su pareja en los casi dos años que ha vivido en su departamento. “Este espacio es para mí”, dijo.
Muchos japoneses, jóvenes y mayores, también trabajan muchas horas, dejando poco tiempo para estar en casa. Y una proporción cada vez mayor de gente en Tokio vive sola, lo que hace que los espacios más pequeños sean más deseables.
Es más probable que estas personas salgan a comer o tomen una de las muchas opciones de comidas preparadas en tiendas de conveniencia o supermercados, por lo que una cocina completa es menos necesaria.
Yugo Kinoshita, de 19 años, un estudiante universitario que trabaja medio tiempo en una cadena de restaurantes, se encuentra entre aquellos para quienes un departamento es poco más que un lugar para dormir.
Cuando termina su turno, falta una hora para la medianoche y está exhausto.
Come, va a un baño público conocidos como “sento”, y en el momento en que regresa a su unidad de Spilytus cae dormido. De lo contrario, sus días están llenos de hacer sus tareas para obtener su título en nutrición y ver amigos.
Cuando pasa algunas horas despierto en casa, la caja que actúa como soporte de TV se transforma en un escritorio de estudio y un mostrador de cocina. Para limpiar el suelo, todo lo que necesita es un rodillo quitapelusas.
Incluso después de haber tenido que despedirse de su colección de Nike Dunks porque no había lugar para ellos, Kinoshita aseguró que en este momento de su vida “no viviría en ningún otro lado”.
Para algunos residentes, los diminutos departamentos ofrecen una puerta de entrada a la independencia largamente diferida.
Hace dos años, Kana Komatsubara, de 26 años, comenzó a buscar un lugar para finalmente mudarse de la casa de sus padres en los suburbios de Tokio.
Quería un espacio construido recientemente, fácil acceso al trabajo, un inodoro y una ducha en habitaciones separadas (una solicitud común en Japón), todo dentro de su presupuesto relativamente ajustado. No buscaba necesariamente una microunidad, pero su búsqueda la llevó a un apartamento de Spilytus.
Por supuesto, cuanto más grande, mejor. Nunca está de más tener un espacio más grande. Esta era simplemente la mejor opción para mí en ese momento”.
Kana Komatsubara, 26 años.
Fujiwara, la empleada de la liga de béisbol, se sintió atraída por su microapartamento después de que comenzó la pandemia de Covid-19. Vivía en una casa compartida, pero no tener espacio para ella mientras trabajaba desde allí le causaba estrés y ansiedad.
Su espacio más pequeño la ha empujado a vivir de manera más sostenible, aseveró. “Small living me ha ayudado a pensar dos veces cada vez que quiero comprar algo nuevo”, agregó.
Sin embargo, colgando junto a su fregadero hay una pila de unos 40 vasos de papel marrón. “No tengo espacio para secar ningún plato”, sostuvo.