Un ser lleno de luz, que vivió la vida intensamente y que dio a sus familiares amor a manos llenas fue Lupyta Zedillo
de Catalán, quien falleció el 8 de agosto. 

A la edad de 68 años perdió la vida la vecina de Garza García tras padecer algunas complicaciones derivadas del Covid-19.

Familiares y amigos la recuerdan como una gran mujer, esposa, madre, abuela y amiga, quien junto a Enrique Catalán formó una hermosa familia integrada por sus tres hijos: Martha, Angélica (Gely) y Enrique Catalán Zedillo, y tuvo siete nietos, Alejandro, Fernanda, Andrea, Isabella, Eugenio, Leonardo y Alexander.

Era originaria de la Ciudad de México, pero vivió gran parte de su vida en Mexicali y desde hace más de cuatro décadas radicaba en tierras regias.

Hija de Rodolfo Zedillo Castillo y Martha Alicia Ponce de León de Zedillo, y hermana, entre otros, del ex Presidente de México, Ernesto Zedillo Ponce de León, amaba la docencia, por ello durante 17 años fungió como profesora de educación preescolar en Monterrey.

“Quienes tuvieron la fortuna de conocer a mi mamá saben que era un ser de luz, con una hermosura y energía única. Siempre daba lo mejor de sí y nunca se cansaba de luchar por lo que quería. Fue mi gran maestra y a quien siempre voy a estar muy agradecida por darme la vida y enseñarme a ser lo que hoy soy. Mamá, gracias por ser la mejor mamá, esposa, hermana, hija, abuela y amiga, es un privilegio ser tu hija y hoy no te digo adiós, sino hasta luego. Mientras tanto, vivirás en mi corazón eternamente. Te amo”. Martha Catalán, hija

Junto a varios integrantes de su familia, entre ellos su esposo, Enrique Catalán, y sus hijos, Gely, Martha y Enrique Catalán.

“Para mí, no me llena nada más que saber que mi mamá vivió siempre intensamente, al máximo, dio todo. Si yo pudiera definirla en una palabra, sería amor puro, siempre nos entregó todo. Incluso, la prueba máxima, hace unos días cumplí años y, estando en el hospital, batallando para respirar, su preocupación era que no podría estar conmigo. Siempre se preocupó por los demás antes de por ella misma y ese es un legado que nos deja. Siempre voy a estar agradecido por todo lo que me diste, 41 años viví a tu lado y no cambiaría ni un segundo. Estoy muy feliz porque estás mejor que nosotros y porque sé que te voy a volver a encontrar. Te amo madre”. Enrique Catalán, hijo

“Quiero darle las gracias a Dios porque siempre tuve a la mejor mamá, compañera de viajes, risas, carcajadas,
aventuras y amiga. La conexión que mi mamita y yo logramos estos 45 afortunados años empezó desde el día
uno y fue un gozo que, de verdad, quisiera que algún día todos sintieran. Mi gordita, tantas aventuras y nos faltan más porque las vamos a seguir viviendo, en otro plano, pero juntas”. Gely Catalán, hija

En 2016, durante la boda de su hijo, Enrique

Otra de sus grandes pasiones eran las artes plásticas y dedicó gran parte de su vida a ellas.  En los 80 comenzó a formarse en diversos talleres, siendo alumna de pintores como Graciela González, Esteban Ramos y Silvia Nogueira.

Realizó algunas exposiciones individuales y otras colectivas en espacios como la Galería Cervantes, en la Casa de la Cultura de Nuevo León, y el Auditorio San Pedro.

En el arte encontró la forma perfecta de expresarse a sí misma, sus emociones y sentimientos, logrando destacar en este rubro.

Para despedirla, sus familiares ofrecieron una misa en su honor la noche del 9 de agosto en la Capilla de Valle de la Paz, en la que sus hijos y uno de sus nietos compartieron palabras para recordar su paso por esta vida, la cual estuvo llena
de satisfacciones personales y profesionales.

Destacaron que fue una persona que enseñó a sus seres cercanos a luchar y nunca darse por vencidos y que siempre salió adelante, a pesar de las adversidades.

Además, la describieron como una mujer siempre dispuesta a ayudar a sus semejantes, pero, sobre todo, como alguien que dejó una gran huella imborrable.

“Doy gracias por todas tus enseñanzas, por las bromas que hacíamos cuando era chiquito, por enseñarme lo que es el arte, por esas pláticas que podían durar cinco horas, por todos esos viajes que realizamos juntos, por esas escapadas a cenar. Me quedo muy tranquilo y feliz sabiendo que pude disfrutarte mucho”, expresó su nieto Alejandro Chinchilla.

Serán muchas las memorias que perdurarán en los corazones de quienes convivieron con ella y tuvieron la oportunidad de disfrutar de su presencia. Descanse en paz.