Nos dimos un break de la fertilización, porque, en verdad, es un bombardeo hormonal muy complicado, te duele la cabeza, te vuelves loca y como estábamos igual, peleábamos mucho”, explicó la madre de 34 años y tambien mercadóloga.
“Además, seas gay o heterosexual, la fecundación in vitro te desarrolla una gran conciencia y presión, entonces, mientras más lo piensas, más lo postergas porque siempre encuentras pretextos”.
Luego de un embarazo de alto riesgo que mantuvo en reposo a su esposa, a las 32 semanas, prematuramente, nació su primogénito, el 15 de enero del año pasado, quien permaneció un mes en terapia intensiva.
“Fue el momento más difícil y duro de mi vida, pero este niño es un guerrero y ahora está sano y feliz”, dijo la egresada de la Universidad Iberoamericana, “me ha enseñado a amarlo cada día más, cuando siento que exploto de amor, al día siguiente me pasa al doble y así todos los días”.