Perros, osos, águilas y ornitorrincos, entre otros animales, primero, y figuras basadas en arte cubista, abstractas o que fusionan la tecnología con la cultura del país sede, más recientemente.
Así es el abanico de mascotas que han tenido los Juegos Olímpicos de Verano desde que apareció esta figura por primera vez, en Múnich 1972, como parte emblemática, y a partir de entonces infaltable, de una justa de esta envergadura.
La mayoría de estos personajes se ha quedado en el imaginario colectivo por su carisma o por lo entrañables que llegaron a ser, como Misha, aquel oso que lloró en la clausura de Moscú 1980.
Pero también por lo peculiares que fueron en su momento y que además representaron un fracaso de imagen y comercial para los Juegos, siendo Izzy, el personaje de Atlanta 1996, el más claro ejemplo de ello.
A continuación algunas de las mascotas más representativas en la historia y lo que significaron en su momento en el mundo.