YVONNE GARZA

Dice la soprano que, desde pequeña, tiene un gran amor: la música. Es un cariño que no ha menguado con el paso de las décadas.

“Honestamente, desde el primer día que pisé la Escuela Superior de Música y Danza, a los 15 años, experimenté el amor a primera escucha”, cuenta la artista, quien nació en Monterrey en 1967 y es referencia del bel canto desde que ganó el prestigioso concurso nacional “Carlo Morelli”, en 1995.

“Adentrarme en la creación y la expresión artística siempre ha sido apasionante. Quizá no siempre supe que me iba a dedicar al canto, pero sí a las artes. Ahora es una carrera de más de 30 años”.

Pero con el talento también llega una responsabilidad, asegura: es el inquebrantable compromiso de mover las emociones de la gente con las más bellas notas.

“La responsabilidad siempre está de enfrentarte al público y dar lo mejor de ti, de ser un vehículo para los compositores y respetar el trabajo de otros artistas. En mi faceta de docente, también es la responsabilidad con los alumnos que confían en mi trabajo.

“Entonces, este premio es un incentivo que me hace decir que todos los años han dado frutos. También es para seguir adelante, dando el mismo amor o hasta más”.

Pese a los obstáculos que ha impuesto la pandemia, invita a las nuevas generaciones de cantantes a no renunciar a sus sueños. Si adoran lo que hacen, lo realizan de la mejor manera posible y exploran las ventanas abiertas, verán a sus carreras progresar, añade.

LETICIA HERRERA

“Si alguien dice algo de mi trabajo, quisiera que dijera que soy una poeta congruente”, señala la autora con contundencia. “Es decir, que lo que planteé de fondo en mi trabajo lo mantuve en el tiempo, al margen de lo que los demás acepten o no. Es una lucha constante de decir: ‘Esto me propuse’. Si les gusta, qué bien. Y si no, también”.

Leticia, nacida en Monterrey en 1960, habla sobre su profesión de un modo casi filosófico. El escritor o la escritora modelo, enfatiza, es honesto, sincero y humilde. Perder alguna de estas cualidades es sinónimo de “no estar en tus cabales”.

La época actual, continúa, está caracterizada por un boom de producción. Las redes sociales y las nuevas plataformas digitales han facilitado la emergencia de escritores porque ahora no es necesario contar con un editor para figurar en el panorama.

“Hay muchas propuestas, pero aquí el chiste es estar siempre atento de lo que propone cada generación. Yo le digo a la gente joven cuando me lo pregunta: el escritor es un testigo de su tiempo”, concluye la escritora, cuya Poesía reunida (1984-2020) fue publicada por la UANL el año pasado.

“Les digo que vivan, que salgan al mundo y observen con mucha atención. Que sean sensibles y atentos a lo que les dice el mundo, tanto a las cosas buenas como a las malas. Porque la poesía alimentada de la vida y de lo humano tiene mucho más posibilidades de preservarse en el tiempo que la hecha por simples tendencias”.

CORA DÍAZ

Para la pintora, su forma de arte jamás puede ser descrita como un mero hobbie o actividad sin importancia: es una profesión con la capacidad de conectar almas.

“No pinto porque me agarró el gusto. Ésta es una carrera por la que estudias y luchas, aprendiendo todo lo que puedas aprender y practicando, que es lo que a lo largo del camino nos hace mejores”, declara la creadora, nacida en Perú y avecindada en México desde hace décadas.

Un verdadero artista del pincel y los colores sabe plasmar en el lienzo una ventana al alma: el cuadro revela si está triste o feliz, enojado o taciturno, agrega la también ganadora del Premio UANL a las Artes 2013 en el área de Artes Visuales.

“Tratar de llevar todos tus sentimientos, tu mundo interior, y plasmarlo en una obra de arte ¡pues qué cosa tan linda es! Me ha pasado que, tras tener enfrente uno de mis cuadros, la gente me dice: ‘ay, es como ver mi historia’.

“Quizá yo no conozco a la persona, pero ahí está lo lindo del arte: en este caso, la pintura es capaz de derribar los muros y crear puntos de encuentro con los mundos interiores”.

Y mientras continúa con la misión de hacer un arte auténtico, es decir, sin ataduras de modas, Cora dice seguir firme en su otra vocación: desarrollar, estimular y difundir la cultura en Nuevo León, especialmente entre los jóvenes que sólo necesitan algo de apoyo para explorar todo el potencial creativo.

EMMA MIRTHALA CANTÚ

Es curioso, a veces la auténtica vocación de la vida comienza por casualidad, dice la decana de los escenarios regiomontanos.

“Recuerdo haber ido a una reunión que hizo el maestro Guillermo Zetina (también actor y director). Él trató de juntar un grupo de teatro aquí, en Monterrey, para armar algunas obras. Fui sin realmente saber a lo que iba, pero sobre la marcha me di cuenta de cómo trabajar. Y me sentí completa, sentí haber nacido para esto”, evoca.

“Yo hago teatro aproximadamente desde el año 44 del siglo pasado y llegó a ser mi gran pasión”.

Entre las más de 100 producciones que cuenta en su currículum, Emma Mirthala, nacida en 1929 y una de las grandes actrices en la historia del teatro regiomontano, señala sentir especial afecto por Mary, de “Viaje de un largo día hacia la noche”, de Eugene O’Neill. Ella es una mujer adicta a la morfina.

“Es un personaje complicado, me hizo trabajar mucho”, admite. “Y fíjate, yo quiero que me recuerden como la actriz que soy, como la actriz dedicada, que comprende la dificultad de cada personaje”.

La artista, aún activa, hasta revela uno de sus secretos para triunfar: leer, leer y leer.

“Leer es una de mis grandes aficiones. El leer continuamente me ha servido para conocer e imaginar a mis personajes, es decir, imaginar cómo deben ser hechos o interpretados. Es verdad, el director te da la pauta, pero al final tú lo desarrollas”.

Toma una pausa para suspirar y agrega: “Ay, no hay nada más importante y bueno para mí que hacer teatro. Lo digo de verdad”.