PIONERO DE SUS SUEÑOS

Al preguntarle a Miguel Ángel Aragonés sobre cuál considera el proyecto de su vida y el que más satisfacciones le ha dejado, sin dudarlo, confesó que es su más reciente obra, Casa Pi, una vivienda construida para revolucionar la forma de cimentar no sólo en México, sino en todo el mundo.

Tras 11 años de trabajar en ella y con la inquietud de crear un producto práctico, que ahorre procesos, tiempo y economía, hizo realidad su sueño con el lanzamiento de la primera casa prefabricada en aluminio.

“Hace más de tres décadas empecé y hacía viviendas de interés social, en las que el material ocupaba el 60 por ciento del costo y eso me hacía pensar: ‘¿por qué no hemos evolucionado en la arquitectura?, ¿por qué no inventar técnicas más productivas y eficientes?’”, contó el arquitecto.

Es así que a través de Taller Aragonés, firma que él fundó, se sumergió en esta aventura de la mano de su hijo, Rafael, quien es miembro de la empresa desde 2010.

“Nos metimos de lleno en la potabilización del aluminio como elemento estructural y de recubrimiento, nos dimos cuenta de las ventajas que tenía, las cuales eran por demás notables y decidimos enfocarnos en el diseño de los dados, elementos que la componen, para que una vez delineados, patentados y listos para reproducirse, tuvieran los mecanismos necesarios para ensamblar un inmueble manualmente”, comentó el también conferencista de 58 años de edad.

Rafael explicó que las cualidades del material que utilizaron son ligereza, fácil manipulación al transportarlo, pues una casa de 160 metros cuadrados cabe en un contenedor y medio, así como también un grupo reducido de personas para montarla.

“A diferencia de los ensamblados que se conocen a nivel mundial, en los que el inmueble llega armado y en una gran caja, a través de grúas y remolques, este sistema viene desarmado, para que tú lo puedas hacer en el sitio con alrededor de ocho personas, en 45 días”, aseguró el joven egresado de Arquitectura y Urbanismo por la Universidad Iberoamericana.

Esta creación no sólo es importante para ellos por la evolución que representa en la industria, también porque es un trabajo en el que ambos se apoyaron el uno del otro.

“En mi caso, aprendí a ser disciplinado, a estar todos los días muy temprano en la oficina e irme hasta tarde, es un ejercicio del diario, de mucho rigor y disciplina, eso hace que se te olvide la parte romántica de saber que estás trabajando con tu papá, simplemente compartimos un lenguaje”, declaró Rafa.

Por otra parte, al cuestionar a la cabeza de familia sobre el impulso que le da su esposa, Ana Caballero, en su profesión, el creativo aseguró que, en definitiva, la vida es mejor cuando se está bien acompañado y eso es lo que también lo hace crecer.

“La pareja es un complemento, tenerla siempre da fuerza, pues da la capacidad de plantear otro polo y forma de ver las cosas, también propone una manera de dar vida a tus objetivos o apoyarlos. Creo que un buen matrimonio ayuda a que tengas más soporte y certeza porque dos cabezas piensan más que una”, confesó Miguel Ángel.

Asimismo, otro estímulo son sus nietos, a quienes tiene claro el mundo que desea heredarles a través de su ingenio.

Lo bonito de la arquitectura es que cobra vida material, así que lo que quiero dejarles es un universo ideal, tengo la dicha de no sólo darles las ideas, sino también los planteamientos en materia”.

+ Para esta vivienda, se partió de una medida específica y cotidiana pensada para una pareja, en la que se incluyó una recámara, un baño, dos regaderas, dos lavabos, vestido res, centro de lavado, cocina, así como sala y comedor para 10 personas.