Una flor y un grillo

En el 2019, el biólogo Huereca visitó de nuevo el Cañón del Jonuco, lugar donde un año antes vieron aquella flor silvestre que captó su atención.

En esta segunda ocasión decidió tomarle foto para registrarla en Naturalista, una plataforma donde aficionados y expertos de todo el mundo comparten imágenes de plantas y animales, y conectan entre ellos.

A los pocos días, recibió un mensaje de Mark Gregg, un profesor de Estados Unidos especializado en el estudio del género de plantas “castilleja”, al que pertenece la flor.

“Él me dice: ‘Ésta es una nueva especie'”, cuenta Huereca, quien no podría haberse dado cuenta de esto porque él está especializado en el estudio de líquenes y hongos. Para poder describirla, los dos científicos trabajaron en conjunto.

Algo similar ocurrió con el grillo recién descrito, nombrado Neoxabea mexicana. El biólogo Velazco lo encontró en el jardín de su casa y publicó una foto en Naturalista.

Le escribió Nancy Collins, una estadounidense especialista en grillos de árbol, quien sugirió estudiarlo porque podría ser una nueva especie. Colaboraron a distancia para hacer la descripción en la que la asesoría de ella fue fundamental.

Las historias de la Castilleja salaisolaveae y de la Neoxabea mexicana, comentan los biólogos, son ejemplo de que las herramientas digitales están ayudando a agilizar los estudios de la biodiversidad.

“Nunca habría sabido que estaba ahí (la flor) si Alejandro (Huereca) no hubiera publicado esa fotografía”, comenta Gregg.

“El que se publiquen esas fotos permite a otras personas hacer descubrimientos como yo y reconocer nuevas especies”.

Además, destaca Velazco, permite a los ciudadanos involucrarse en procesos científicos.

La invitación, por lo tanto, es a detenerse a observar su alrededor y quizá, capturar imágenes para que los expertos puedan llegar más fácil.

“A lo mejor esa foto en 10 años va a ser el último registro de un ser vivo que jamás se volvió a ver”, dice el biólogo, “una especie nueva, en peligro de extinción o protegida”.

Con lupa y microscopio

Encontrar una nueva especie puede ser azar o fruto de mucha observación: podría estar en la montaña, como la flor que encontraron Huereca y Salais, o en el patio de la casa, como le ocurrió al biólogo Velazco… aunque esos descubrimientos son apenas el inicio de un largo trabajo para los científicos.

“Para describir una nueva especie necesitas tener un ejemplar de referencia”, comenta Huereca sobre el primer paso del proceso.

Lo siguiente es estudiarlo a detalle: se requiere observación, microscopio, experiencia y mucha paciencia, pues el proceso lleva meses. Además, se necesita consultar colecciones para comparar la especie con otras.

“Tienes que empezar un proceso de descripción detallado, desde los pelitos que crecen sobre su piel, hasta las raíces, hasta las antenas, cuántas uñas tiene”, ejemplifica Velazco.

Después hay que elaborar un artículo científico que incluye fotografías e ilustraciones, información sobre dónde y cómo vive, así como de sus amenazas y, por supuesto, un nombre, que queda a elección del investigador.

Ese artículo es revisado por otros expertos y sólo después de mucha evaluación, se puede publicar para decir que se ha descrito una nueva especie para el mundo.

Valorar su existencia

¿Y para qué sirve conocer todas estas especies?

Es verdad que hay plantas con componentes medicinales y animales con una función vital en el ecosistema, coinciden los expertos, pero más allá de eso. Es importante porque estos organismos existen, al igual que los seres humanos.

“La gente dice: ‘¿Para que me sirven?'”, comenta el biólogo Huereca. “No te deben de servir para nada: su misma existencia es una maravilla de la vida”.

Para alguien que no está especializado en estos temas, la diferencia entre una flor silvestre y otra podría ser casi inexistente. Pero en realidad, destacan los biólogos, cada una tiene su historia que la ha llevado a existir y sobrevivir en la Tierra. Vale la pena conocerla.

Además, saber qué especies habitan un espacio permite tomar conciencia de algo que es fundamental: cuidar estos lugares y no destruirlos.