¿Qué es un Gabinete de Curiosidades?

Conocidos también como “cuarto de maravillas”, es una tradición europea del Renacimiento.
Los aristócratas y burgueses coleccionaban objetos de sus viajes. Tiene cuatro categorías:
Naturalia: Minerales, animales y vegetales
Artificialia: Obras de arte, antigüedades y todo lo que crea o modifica el ser humano.
Exótica: Rarezas en plantas, animales y piedras
Scientifica: Instrumentos y dispositivos científicos.
Techos con historia
El espectador apenas da unos pasos y se encuentra entre fósiles y ventanas góticas de Francia.
“Lo que sí manda (en la construcción) son los cuatro techos grandes, dos del siglo 14 y dos del siglo 16. Del tamaño del techo debe ser el edificio”.
El primer techo es como un caleidoscopio cuya “pintura es del tamaño del mundo”, dijo Fernández al describir la estructura cóncava y de tonos azules y dorados.
Otro es el de armadura de par y nudillo, que procede de Almagro, al sur de España.
Cuando el empresario lo adquirió, tenía apenas 25 años de edad.
Su anterior dueño fue el magnate de la prensa estadounidense William Randolph Hearst.
“Tiene varias anécdotas, entre ellas es que posiblemente (Miguel de) Cervantes estuvo debajo de él”, apunta el empresario.
“Uno de los pueblos recorridos por El Quijote fue Almagro. Lo más probable es que Cervantes en vida lo conoció”.
A los pies del público se encuentra el piso que procede de un puente ferroviario que mandó construir Porfirio Díaz.
En la Sala de Arte Popular se encuentra el techo policromado que se conservó, relata Fernández, gracias al hollín de las velas de su espacio original.
Ahí hay unas 500 piezas, entre ellas las del artesano jalisciense Pantaleón Panduro y la ceramista oaxaqueña Magdalena Pedro.
En el Salón Oaxaca hay creaciones de Francisco Toledo, Rufino Tamayo, Sergio Hernández y un retrato de Mauricio Fernández pintado por el Dr. Lakra, hijo de Toledo.
Arriba está un techo de cerámica de un palacio de Sevilla, de 1505.
Al salir al jardín están tres mujeres esculpidas por el artista Francisco Zúñiga, esferas de lava de Morelia y una escultura de Tamayo. Los techos acaban con el octógono o media naranja, con inscripciones árabes del siglo 14.
Monedas de gran valor

El coleccionista entra al salón de las monedas de cobre de la numismática mexicana, que narra la historia del País mediante estos objetos.
Sus formas son variadas: las hay circulares, con silueta de pez o con forma de corazón.
Algunas llevan inscritas frases como ¡Muera Huerta! o ¡Muera Calles! que hablan de la época en la que fueron emitidas.
Esta sección de La Milarca es como un museo por sí solo: las monedas provienen desde la época de la Nueva España hasta el siglo 20.
A insurgentes como José María Morelos e Ignacio López Rayón y revolucionarios como Pancho Villa se le adjudican la creación de ciertas monedas y particulares que algunas familias daban a sus trabajadores por su labor en haciendas y minas.
Las cifras

3,500 piezas en La Milarca
400 objetos en el Gabinete
2,500 monedas
255 millones de pesos costó la edificación.
150 millones de dólares la valuación del acervo cultural de La Milarca.
70 millones cuesta tan sólo el Gabinete de Mauricio.
Joyas del coleccionista
El Gabinete de Mauricio -el tesoro de la casa- está en el sótano.
Los objetos atraen la vista por su peculiaridad: hay piedras preciosas muy brillantes, animales disecados, cabezas de T-Rex…
“Este gabinete va a ser de los más importantes del planeta”, dice y entonces comienza a enlistar algunos: “Uno es el de los Médici, en Florencia; el que está en Viena, de los Habsburgo; el otro en Praga, y otro en Dresden, Alemania”.
“El quinto a nivel mundial será La Milarca”.
Un acercamiento revela más tesoros: un ajedrez de marfil tamaño mediano dedicado a los zares de Rusia, una condecoración de Hernán Cortés, monitas opalizadas y calcitas chinas.
En esta sala conviven armoniosamente el autorretrato de una Frida Kahlo niña y una pintura de alcatraces de Diego Rivera. A la pareja de muralistas les acompaña Margara Garza Sada de Fernández, madre del coleccionista, inmortalizada en un retrato firmado por Rufino Tamayo.
También hay objetos muy personales para el político como el “Mauriciosaurus”, aquel fósil que fue nombrado así en su honor, y el escaño de cuando fue Senador por el PAN, de 1997 al 2000.
La pieza original de “La lagartera”, de Francisco Toledo, cuya escultura monumental homónima está en el Paseo Santa Lucía, habita en el sitio, en sus primeros niveles.
Especialistas señalan que cada gabinete revela la personalidad de su creador. El de Fernández Garza, sin duda, lo confirma.
¿De dónde surgió "La Milarca"?
Milarca es un nombre en femenino que proviene de una novela medieval española.
“Fíjate que había un arquitecto, muy amigo mío, José Azcárraga, el que hizo Las Hadas, en Manzanillo”, menciona, “Un día le dije: ‘Ando buscando un nombre para mi casa en Monterrey. Búscame uno’”, cuenta Fernández.
“Y salió con La Milarca.
Me encantó cuando lo escuché”, dice, tan es así que llamó Milarca a una de sus hijas.
Dirección

La Milarca está ubicada dentro del Parque Rufino Tamayo, sobre la Avenida Eugenio Garza Lagüera, en Valle Oriente.