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EL BESO
1859
Francesco Hayez (Italia, 1791-1882)
Esta obra, una de las más representativas del Romanticismo italiano, se puede admirar en la Pinacoteca de Brera en Milán. Es tradición que las parejas que visitan el museo recreen la pose para compartirla en sus redes.
Los colores de los atuendos de los enamorados de Hayez recuerdan los tonos de las banderas de Italia y Francia aludiendo a la alianza política entre los dos países durante un antiguo conflicto bélico.
“Hoy las relaciones están marcadas por la inmediatez”, reflexiona el curador de arte Antonio Pichardo. “Se viven romances intensos, pero a veces fugaces, donde la pasión se enciende como fuego voraz con un beso, sólo para extinguirse en la distancia de la vida moderna”.
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EL ABRAZO DE AMOR DEL UNIVERSO, LA TIERRA (MÉXICO), YO, DIEGO Y EL SEÑOR XÓLOTL
1949
Frida Kahlo (México, 1907-1954)
En su pintura de largo título, la autora sostiene en brazos a su “bebé” Diego Rivera, reflejando el rol maternal que asumió en la relación.
El tercer ojo en la frente del muralista representa su sabiduría, mientras que la figura detrás de Frida derrama una gota de leche materna, lo que se interpretaría como reflejo de su deseo frustrado de tener hijos. La oscuridad y luz aludiría a la compleja dinámica de su relación de pareja. El perro Xólotl aparece, fortaleciendo la idea de conexión y protección.
“En cada momento él es mi hijo, mi hijo nacido a cada momento, diario, de mí misma”, escribió Frida sobre su vínculo con Diego.
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EL BESO
1908-1909
Gustav Klimt (Austria, 1862-1918)
Cada día, miles de visitantes acuden a la Österreichische Galerie Belvedere, en Viena, para admirar esta joya austriaca.
Inspirado en los mosaicos que impresionaron a Klimt en su viaje a Rávena, el cuadro pertenece a su “periodo dorado”. Las flores simbolizan fertilidad y los contrastes entre los atuendos, los roles de género y la complementariedad.
“La obra con fusión de influencias bizantinas y simbolismo erótico captura la dualidad de la conexión humana: la búsqueda de intimidad y la tensión inherente en las dinámicas de poder que da la complejidad de las relaciones contemporáneas”, afirma el curador.
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BESO II
1962
Roy Lichtenstein (EU, 1923-1997)
La pintura destaca por su estilo gráfico y apariencia de cómic, una de las características que definieron a Lichtenstein y al pop art en general.
Esta obra no sólo se ha ganado un lugar en la historia del arte, sino también ha alcanzado cifras récord en el mercado: Un coleccionista japonés pagó por ella en subasta 6 millones de dólares, en 1990, lo que la convirtió en la pintura más cara del arte pop en la historia en ese momento.
Pichardo plantea una analogía: al igual que Lichtenstein, quien tomó imágenes de historietas sin dar crédito a los autores y las plasmó en el lienzo, hoy en día los usuarios enamorados dedican en redes sociales imágenes y frases románticas ajenas, pero sin mostrar la complejidad real de sus relaciones.
“¿El amor se ha vuelto un fenómeno de consumo rápido?”, pregunta Pichardo, también ex funcionario cultural sampetrino.
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LOS AMANTES
1928
René Magritte (Bélgica, 1898-1967)
En la imagen de la obra, un lienzo blanco cubre el rostro de los enamorados, ocultando así sus identidades. ¿Es un amor secreto o prohibido? ¿Es un símbolo del amor ciego?
Magritte no explica el significado creando una atmósfera enigmática. Es el espectador quien debe interpretar la obra a su manera.
“Esta obra es una metáfora visual perfecta para las relaciones en la era de las aplicaciones de citas: dos personas que se atraen, pero separadas por una barrera invisible”, comenta Pichardo.
“En Tinder, Bumble o Hinge, nos enamoramos de imágenes y descripciones cuidadosamente curadas, proyectamos deseos y expectativas en perfiles que, como los rostros cubiertos de los amantes de Magritte, ocultan más de lo que muestran”.