DESDE LA FACULTAD

Los amigos Freddy Heredia y Néstor González guardan en su memoria los buenos tiempos que vivieron juntos cuando eran estudiantes de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la UANL, hace más de una década.

“Llegamos a ir a bares, a ver partidos de futbol, comer tacos. Compartimos nuestras actividades favoritas”, dice Freddy, quien vive con parálisis cerebral infantil.

Esas salidas improvisadas poco a poco fueron reduciéndose debido a sus empleos y porque ambos ahora están casados. Recientemente, Freddy acaba de recibir a su segunda hija.

“Creo que nuestros mundos laborales nos fueron apartando, pero podemos tener una conversación en WhatsApp que durará horas y no volvernos a hablar en un mes y luego reconectar”, comparte Néstor.

Esta historia de amistad se ensombrece un poco por la falta de accesibilidad que existe en los espacios público y el transporte para quienes utilizan silla de ruedas, como Freddy.

“Yo digo ‘mi amigo Freddy’ y no ‘mi amigo Freddy, el que está en silla de ruedas’. Ahí te das cuenta que no importa esa etiqueta”, señala Néstor.

FUERA MITOS

Desde que se conocieron, Paco Montemayor y Diego Torres se han vuelto amigos inseparables, pero también han conocido personas que se siguen asombrando por esta amistad entre una persona con síndrome Down y otra sin discapacidad.

 

“Una vez subimos una foto (a redes sociales) que estábamos en Tequila (Jalisco) con unos tequilas, y un amigo puso: ‘¿qué te pasa?, ¿por qué le das de tomar a ese niño?’”, recuerda Diego, entre risas.

 

Lo cierto es que Diego considera que su amistad con Paco se basa en reconocer que ambos son hombres adultos.

 

“Las personas siguen teniendo muchos mitos alrededor, porque siguen pensando que (las personas con síndrome Down) son eternos niños y la verdad es que no. Paco es una persona adulta como yo”, señala.

 

Así que ambos se la pasan viajando a destinos como Jalisco, Puebla, Yucatán y Coahuila. En la Ciudad, disfrutan de ir a comer hamburguesas, visitar bares y una quinta donde realizan reuniones.

UNIDAS POR LA MÚSICA

Comparten gustos musicales. Entre los cantantes preferidos de Lily Cázares y Caro Martínez están Maluma y Yahir.

Las amigas, vecinas de Escobedo, se conocieron desde el 2010 en una actividad de la organización Unidos Somos Iguales.

“Una vez fuimos a conocer a Yahir a una firma de autógrafos en una plaza comercial”, dice Caro. “Pero nos gusta de todo tipo de música, desde el reggaetón hasta las baladas”.

Las amigas también se apoyaron cuando cursaban sus carreras.

Caro estudió Medicina en la UANL. Actualmente es residente de traumatología en el Hospital Universitario. Lily egresó de la Licenciatura de Informática Administrativa, en el CNCI.

“A veces no nos veíamos por eso, porque hay examen o clases, pero nos hablábamos. Y queríamos salir, pero yo le decía desde el lunes: ‘Lily, ponte a hacer la tarea para vernos el fin de semana”, cuenta Caro.

Lily tiene parálisis cerebral infantil por lo que tiene que andar con una andadera y silla de ruedas.

“A veces batallo mucho con la accesibilidad (en lugares públicos). Hacen falta rampas, en las calles hay baches”, menciona.

Las amigas suelen ir a conciertos, al boliche, a restaurantes, a centros comerciales y a fiestas.

Es Caro quien le ayuda a Lily a sortear los obstáculos urbanos y es que, ¿para qué son las amigas?

POR UN ESPACIO INCLUSIVO

En las historias de @naan_sobreruedas, una cuenta recién abierta de Instagram, Nancy Rodríguez y Annie Ortiz quieren compartir sus peripecias juntas para crear un mundo accesible para las personas con discapacidad.

Nancy, de 37 años, es una persona con mielomeningocele, una afección congénita del tubo neural.

Por eso Nancy tiene que usar silla de ruedas.

“Llama mucho la atención, como que la gente no está acostumbrada a ver a las personas con discapacidad en un antro, en un bar, en un aeropuerto”, dice.

Las amigas buscan normalizar la amistad entre personas con y sin discapacidad, a la vez que agradecen que haya gente interesada en su historia de vida.

“Nos gusta bailar, nos gusta la música, así que nos gusta conocer lugares donde haya música en vivo o a tomar un café para platicar por horas”, comparte Annie.

“Nos gusta mucho viajar, ahorita acabamos de llegar de Dominicana”.

Las amigas visitaron -una vez más- República Dominicana, en enero. Ahí sortearon los obstáculos a través de improvisaciones y la ayuda de otras personas.

“Fuimos a un lugar que se llama Callo Levantado y es pura arena suelta y el mar. Tiene áreas medio pavimentadas, pero para ir al mar la silla (de ruedas) se atora, no da.

“De repente llegó un chavo y la agarró (la silla de ruedas) como si supiera de toda la vida, de reversa, y ya, me dejó y yo: ¡guau!”, cuenta Nancy.

Y es que no importa a dónde vayan, siempre tratan que el espacio se vuelva inclusivo.