CON EMPATÍA

Nathaly se ha convertido en la conexión de Debanhi con la secundaria en la que ambas estudian, la Secundaria No. 19 Profesor Carlos A. Carrillo, en Guadalupe.
 
Debanhi vive con el síndrome de Dandy-Walker, condición rara por una malformación congénita cerebral que afecta el área intelectual y motora.
 
“La ayudo en las clases a que comprenda los trabajos que se hacen”, platicó Nathaly, “trato de apoyarla en la clase de educación física a jugar en distintos tipos de deportes y, en ocasiones, bailamos porque es algo que a ella le gusta y la hace feliz”.
 
Las dos tienen 13 años de edad y son compañeras en segundo grado.
 
Marcela Herrera, maestra de Unidad de Inclusión Educativa en la escuela de ambas, dijo que busca que quienes se apunten como tutoras o tutores lo hagan voluntariamente.
 
Es difícil encontrar estudiantes que se animen a ello, pero el caso de Nathaly y Debanhi puede inspirar a más.
 
“Trabajamos mucho en cuestión de alumnos compañeros tutores que puedan apoyar voluntariamente”, dijo Herrera, psicóloga de una Unidad de Educación Inclusiva (UDEI). “Es una estrategia a la cual recurrimos para apoyar a alumnas y alumnos con alguna discapacidad”.
 
Y es que, además de adaptar infraestructura, materiales educativos y procesos de enseñanza para los estudiantes con alguna discapacidad, la sensibilización es una práctica necesaria para lograr la inclusión.
 
“Es para fortalecer y, en algunos casos, desarrollar en los compañeros empatía, solidaridad, colaboración, respeto a la diversidad y conocimiento sobre las condiciones que puede presentar el ser humano, de manera congénita, adquirida permanente o temporalmente, como puede suceder en un accidente”, dijo Herrera.
 
Desde que la docente comenzó las pláticas de sensibilización sobre esta condición nueva en la escuela, Nathaly mostró interés en ayudar a Debanhi, quien este año ha pasado de ser una estudiante que solía estar aislada, a una que busca socializar.
 
También Nathaly ha desarrollado aún más su empatía con Debanhi.
 
“Hay que ser comprensivos porque, sinceramente, si yo estuviera en su lugar (de Debanhi), me encantaría que hubiera una persona que me ayudara o comprendiera”.

UN SURF SOLIDARIO

Ante la mayor visibilidad del autismo en el mundo, el Tec creó “Surfeando la neurodiversidad”, un programa que pone a jóvenes dentro de este espectro al centro y, a su alrededor, diferentes roles que lo acompañan, explicó Grecia Tovar Cantú, gerente de Bienestar Estudiantil del Tec.
 
“Se busca construir una comunidad inclusiva y empática”, dijo.
 
El programa comenzó formalmente en agosto del año pasado.
 
Al momento, 18 estudiantes con TEA en los diferentes campus forman parte de él. Son llamados “neurosurfers” y cada uno cuenta con el apoyo de dos estudiantes tutores voluntarios o “surfers”, uno para lo académico y otro para lo social.
 
El modelo también incluye una consejería emocional profesional y un mentor, además de capacitación tanto a estudiantes como profesores que lo solicitan.
 
“Es para ayudar a estos estudiantes a adaptarse también a la comunidad, buscando reducir esa ansiedad que puede generar cuando todo es nuevo para ti”, explicó Tovar Cantú.
 
El programa abre en un campus cuando el estudiante o su familia lo solicita. Emilia, estudiante del quinto semestre de la carrera en Innovación Educativa, ha sido una “surfer”.
 
Durante un semestre fue el apoyo de César en el Campus Monterrey.
 
La joven contó que aprendió muchos conceptos importantes para sensibilizarse sobre el autismo, pero lo más valioso fue conocer a una persona que lo vive.
 
“Lo mejor que puedes hacer en este programa es platicar con ellos y conocer a una persona. Es una maravilla”, dijo. “Aprendí a no asumir cosas que yo tomo por sentado”.
 
David Deandar Coindreau, quien se graduó en junio como ingeniero químico, fue “neurosurfer” durante casi toda su carrera.
 
“Estoy en el espectro autista y sí requiero de apoyo para entenderme con el mundo. Así que estar en este programa me ayudó a tener a alguien en quien confiar”, expresó David, quien acaba de conseguir su primer trabajo en una empresa de soluciones en automatización de procesos.
 
Para este profesionista de 22 años, estos programas en las universidades son importantes, pero también lo es que el diagnóstico de TEA sea lo más temprano posible.
 
Recibir atención y terapias es clave para llegar a universidad. Él recibió apoyo desde los 3 años de edad.
 
“En este tipo de programas, desde luego es importante conocer la condición en sí misma”, aconsejó, “pero cuando vayan a apoyar a personas con condiciones neurodiversas, conozcan más que nada a la persona”.

Trato directo y con respeto

Recomendaciones de cómo tratar a las personas que viven con discapacidad:

Fuente: Comité de Entidades Representantes
de Personas con Discapacidad de la Comunidad de Madrid.