
Embarazo singular: tres nenas idénticas
Fabiola muestra una foto de aquel entonces: ella con cubrebocas, sentada en un sillón cargando dos bebas, una en cada brazo, mientras que una tercera está abajo en un portabebé que mece con su pie.
Era plena pandemia por Covid-19 con hospitales rebasados y enfrentaba el reto más grande de su vida con unas trigemelas nacidas el 13 de junio del 2020.
Trigemelas, sí, es el nombre que reciben estas tres niñas porque son genéticamente idénticas y compartieron una misma placenta. Son casos extremadamente raros. En los embarazos comunes de trillizos cada bebé tiene su propia placenta.
“Este embarazo está cañón, vamos a entregárselo a Dios”, le dijo Fabiola Villarreal, de 37 años, a su esposo, Roberto Zepeda, tras salir de la consulta en donde se enteraron que eran tres, así que fueron a una capilla. “Nosotros creemos mucho en Dios”.
Para entonces ya eran papás de Braulio, entonces de 2 años. Y sin asimilar que venían otros tres, en una siguiente consulta supieron que eran trigemelas.
Fidel Morales, ginecólogo y perinatólogo del Hospital Ángeles Valle Oriente, llevó el embarazo de Fabiola desde el inicio. Jamás en su carrera le había tocado un caso similar ni ha sabido de otros en Nuevo León.
“Es un caso sumamente extraordinario. Un embarazo triple espontáneo y, sobre todo, de una sola placenta, que se llaman monocoriales. Es una situación extraordinariamente rara”, comparte Morales. “Estamos hablando de uno en casi un millón”.
Fue un embarazo muy complejo, las bebas corrían gran riesgo, pero el especialista destaca la disciplina de la mamá.
“El mérito es exclusivamente de Fabiola. Es una súper mamá”.
Faby tenía cierto temor de embarazarse por segunda ocasión porque Braulio nació prematuro de siete meses. El bebé estuvo 45 días en el hospital.
Sin embargo, con el embarazo de las trigemelas todo marchó excelente. Ella hizo lo humanamente posible resistiendo intensos dolores de huesos a partir del quinto mes.
“Mi cuerpo lloraba del dolor”, relata, ahora con una sonrisa.
Briana, Roberta y Fanya nacieron –en ese orden– en perfecto estado de salud.
Ya en casa con las tres era una locura, cada una tenía su bitácora para marcar horas de alimentación, sueño. Al principio hasta confundía a Briana y Roberta, las más parecidas.
Los primeros dos años fueron sumamente difíciles, confiesa, pero el amor de una madre lo puede todo, hasta lo que parece imposible. Todo ha valido la pena.
“Roberta es la del moño blanco”, dice cuando salen las tres niñas al patio de su casa con vestidos iguales de unicornio. Las distingue fácil porque les puso moños de diferente color.
“Es una bendición”, expresa, “a veces Roberto y yo platicamos sobre qué hicimos para merecer este tremendo regalo de haber sido elegidos para ser partícipes de algo no tan común”.

Ni azul ni rosa...
Corin y Robin, nacidos el 11 de abril, tienen nombres neutros. Para esta sesión de fotos su mamá no los vistió de la forma tradicional: niño de azul y niña de rosa.
“Me siento muy retada por el hecho de que son niño y niña”, cuenta Liz Bautista, de 32 años, psicoterapeuta y mamá primeriza al doble.
“Entonces es un tema bastante complejo el cómo asegurarme de no hacer distinción de género desde el inicio. Por eso elegimos nombres neutros”.
Se le tiene que preguntar quién es quién. Corin, la niña, tiene un mameluco amarillo y Robin, el niño, uno gris.
Y frente a este reto de no hacer distinción de género, comparte una anécdota: ella y su esposo Max Levitas decidieron no ponerle aretes a Corin al nacer para evitar que la bebé fuera sometida en el hospital al dolor de la perforación en las orejas sólo por su género.
Al retroceder el tiempo al momento de cuando recibió la noticia de que venían unos cuates en camino, se recuerda en una explosión de felicidad combinada con angustia.
Casi de inmediato se enteró que una conocida esperaba gemelos y que existía un reciente grupo de WhatsApp de mamás de partos múltiples.
“Ha sido lo más reconfortante de este embarazo”, dice Liz. “Hay muchas cosas que sólo ellas entienden. Incluso desde vivir este duelo que, suena raro, de ‘yo quería uno y ahora son dos’, y obviamente estoy feliz, pero también estoy preocupada y angustiada”.
Al ser dos todo se intensifica: síntomas, dolores, emociones.
“La verdad es un grupo bien padre: lloramos, chismeamos, nos pasamos tips”, comparte.
Como mamá, comparte, ha aprendido a no comparar el desarrollo de sus bebés ni con el de otros niños porque la evolución de mellizos es diferente.
En esos días caóticos, ¿cuál es el mejor consejo que te han dado?
“Un día a la vez”.

Más primeriza que nunca
Ya con tres hijos de entonces 14, 9 y 6 años, Paulina de Zamacona se convirtió en mamá de los gemelos: Federico y Bernardo.
“Me sentí más primeriza que nunca”, confiesa esta mamá de 42 años sobre sus pequeños ahora de 2 años recién cumplidos.
Fue un shock. Paulina, alegre y enérgica, creadora del grupo Multiple Miracle MTY, reitera en su casa que es una bendición ser testigo de esa conexión tan única entre hermanos gemelos.
“Tener en casa a tu mejor amigo siempre, no tiene precio”, dice.
Antes de enterarse que era un embarazo múltiple pensaba que todo sería más ligero, pues ya cargaba suficiente experiencia con sus primeros tres hijos, pero la vida la sorprendió con un 2×1 a ella y a su esposo José Manuel Juárez.
¿Cómo dormir, alimentar y atender a dos al mismo tiempo? Al principio dormía a uno y para cuando lograba dormir al segundo, el primero se despertaba.
“Lo más difícil es descifrar a cada uno, darle su espacio, nunca comparar a uno con otro, respetar los tiempos y temperamentos de cada uno”, cuenta Paulina.
La idea del grupo de WhatsApp surgió luego de que en Facebook una mamá, temerosa ante la llegada de sus cuates, preguntó si existía alguno.
Entonces llovieron comentarios de mamás con embarazo múltiple expresando la necesidad de crear esta comunidad.
Al principio ninguna mamá se conocía, pero de inmediato se dio un lazo muy fuerte. Se han hecho compañía, incluso en madrugadas complejas.
“Vemos siempre cómo ayudar a esa mamá que hoy está preocupada, mal dormida, cansada, desanimada”, expresa.
“Nuestros hijos nos han unido en este grupo. Todas tan diferentes, pero al mismo tiempo tan iguales. Nos hemos convertido en tribu”.

‘Era mucho cansancio’
Ese diciembre del 2020, cuando se dispararon los casos de Covid-19 y era una incertidumbre inmensa la llegada de las vacunas, Ana vivió el punto más álgido con sus cuatas Catalina y Carolina, entonces de cinco meses.
Toda la familia se contagió, y entre el aislamiento, los síntomas del coronavirus y la privación del sueño, no podía más.
“Mis hijas se despertaban cada 45 ó 60 minutos en la noche”, cuenta Ana, de 35 años. Y además cuando se dormía una, la otra despertaba.
“Sí me afectó mucho. Aparte de sentir los síntomas de la enfermedad, era mucho cansancio, mucho temor. Sentía yo esta privación del sueño súper fuerte en las noches, yo lloraba y le decía a mi esposo: ‘siento que me voy a morir’. Sentía hasta taquicardia”.
Ana Johnson y su esposo, Luis Parada Díaz, ya eran papás de María Isabel, de 2 años en ese tiempo, y el 11 de julio del 2020 nacieron las cuatas.
Esos momentos críticos fueron el empuje para que buscara ayuda profesional para el sueño de sus hijas.
Al sentir la gran mejoría en ella y sus bebés, el tema le apasionó y decidió entrenarse como sleep coach para ayudar a otras mamás desveladas.
Cuando se tienen gemelos o cuates en muchos casos los niños traen horarios distintos. Se trata de crear rutinas y sincronizarlos para que también la mamá pueda descansar.
“Empecé este proyecto que siempre lo he visto como una vocación, no como un negocio”, expresa Ana, quien desde su página de Instagram babybird.sleep comparte consejos y ha ayudado a muchas mamás de “bebés múltiples”.
“Sentir que estoy ayudando a alguien más, la verdad, eso para mí no tiene precio. Es lo más bonito de todo”.