Jesús en el corazón

Para Marissa Zambrano de Galindo ya es costumbre desvelarse uno de los primeros días de diciembre, junto con su hermana Mireya, para colocar el Nacimiento en su casa, en el Centro de Apodaca.
 
La repostera, de 51 años, hace un espacio entre sala y comedor para instalar el Belén en dos niveles, que incluye a Jesús, María y José, los Reyes Magos, los pastores y muchos animales.
 
La villa navideña, en cambio, está en el tercer nivel, más cerca del frondoso pino que decoró. Por las casas de ladrillo y los templos del pequeño pueblo, transita un tren sobre la nieve artificial.
 
“El pinito y la villa navideña son tradiciones que vienen de Estados Unidos, y el Nacimiento es mucho más mexicano”, comparte.
 
Marissa coloca el Nacimiento desde hace 22 años, cuando una mujer muy devota, doña Raquel, le obsequió El Misterio de la Encarnación a ella y a su esposo, Héctor Elizondo.
 
“El Nacimiento es recordar que el Niño Dios vino a salvarnos, que debemos estar esperando su venida para cambiar y ser mejores”, dice. “Que Jesús nazca en nuestro corazón para ser como él”.
 
Marissa tenía la costumbre de escribir el nombre de sus tres hijos en unos borreguitos del Nacimiento. Cuando alguno de los chicos se portaba mal, su borrego se alejaba del Niño Jesús.
 
“¿Para qué son las imágenes? ¿Para qué nos sirven? Pues para recordar que Dios envió a su Hijo, que se hizo hombre para que nosotros tratemos de ser como Él. Eso nos enseña la religión”, explica.
 
Este 25 de diciembre, Marissa tiene planeado arrullar y rezarle al Niño Jesús en una posada familiar.

Hacen cita para verlo

Cuando instala su Nacimiento, Angélica Alanís de Valero procura “mexicanizarlo” incluyendo personajes que cocinan, lavan y cuelgan la ropa. También coloca un corral de borreguitos y la figura de un burrito que adquirió en San Miguel de Allende.
 
La “comunidad mexicana”, como la llama, está integrada por unas casitas que compró en Oaxaca. Esta mexicanización, señala, es un homenaje a Aquismón, San Luis Potosí, que visitó por una década.
 
“Dije: ‘tengo que poner a la comunidad cerca del río, ya que nunca había agua potable ahí”, dice Angélica, de 55 años y mamá de cuatro hijos.
 
El Nacimiento de Angélica, que ocupa la mitad de una habitación, es famoso entre amigos y vecinos de la Colonia Lagos del Bosque, donde reside.
 
“Nada más lo pongo y empiezan a hacer cita para verlo”, cuenta. “Cuando publico en Facebook que ya lo puse, me hablan: ‘oye, ¿puedo llevar a mis nietos para que lo vean?’”.
 
La también maestra de preescolar considera que la costumbre de colocar un Nacimiento de gran tamaño en casa está quedando atrás. Ella lo instala desde hace 33 años.
 
“Las amigas de mi edad me dicen: ‘veo tu Nacimiento y me transportó a mi infancia”, cuenta.
 
“Era una tradición muy arraigada, que ya se ha ido, quizá por flojera”.
 
La familia guarda las piezas, una vez desinstalado el Nacimiento, en una bodega especial que construyó Óscar Valero, esposo de Angélica.
 
“Todos los años, mis hijos me dicen: ‘¿lo vas a volver a poner?’. Les respondo: ‘hasta el día en que me muera, y no sé quién de ustedes quiera seguir con la tradición, pero yo sí la pongo’”.

Regresa bendiciones

Desde hace 16 años, Guadalupe Alonso de Cantú dona Nacimientos a templos y comunidades católicas. Las iglesias que los recibieron ahora fueron la del Señor de la Misericordia, el Consuelo y Santa María del Fuego Nuevo, al sur de la Ciudad.
 
A la Casa Sacerdotal de la Arquidiócesis le entregó un portal de acero para enmarcar la escenificación del nacimiento de Jesús.
 
“Es un símbolo de agradecimiento por tantas bendiciones que el Señor ha tenido en nuestra familia”, dice la vecina de Las Estancias. “Cada año tratamos de regresar las bendiciones que Él nos da”.
 
Es tal su devoción por esta tradición que Guadalupe, de 54 años, instala dos Nacimientos en su hogar: uno junto al árbol navideño, en la sala, y otro en el exterior de su casa. Éste último con imágenes de gran formato.
 
Guadalupe señala que el Nacimiento de piezas grandes es para representar una época cuando los fieles participaban en la recreación de Belén.
 
La fiel de la Parroquia del Señor de la Misericordia, en Pueblo Serena, urge a las familias a recuperar el real significado de la Navidad: La unión a través del nacimiento del Niño Jesús.
 
“No sé porque se está perdiendo la ilusión de hacer la representación, ya son más fiestas, más regalos, más intercambios y más fiestas, que recogimiento”, menciona.
 
Ella organiza para sus compadres, ahijados y sus familias una posada tradicional con cánticos, sana convivencia, juegos y agradecimientos.
 
“Mis ahijados ya tienen a sus bebés, han crecido, y todos saben que la madrina los reúne en este tiempo para celebrar siempre con mensajes del Señor”.