ZONA DE CONFORT
Son diversas las razones por las que un hijo que ya alcanzó la edad adulta no quiere salir de casa de sus padres. Pero lo que parece estar influyendo más es la forma en que han sido criadas estas generaciones, que hoy ya son adultos.
“La generación de padres de ahora proviene de una generación en donde a los hijos no se les ponía mucha atención como ahora”, señala el psicólogo social Jesús Castillo López, profesor de la Universidad de Monterrey.
“Como que nos fuimos al otro extremo de darle todo a sus hijos, de hacerlos más comodinos en el extremo negativo”.
Los efectos, añade, son que los hijos ya no quieren irse de casa porque se sienten cómodos, pues puede ser que aún les cocinen o les laven la ropa.
Pero también porque evaden las responsabilidades que implicaría independizarse, como pagar renta y servicios básicos.
Esto está muy relacionado con el temor de salir de la zona de confort, indica la psicóloga Claudia Leal.
“Si nos vamos generaciones atrás, era: ‘Tú tienes que luchar para poder conseguir lo que deseas’. Va cambiando el concepto de cómo conseguir las cosas”, considera la docente de la Universidad Regiomontana.
“Estamos viviendo que la mayoría de los jóvenes obtiene todo con grandes beneficios, a lo mejor, sin esforzarse”.
Sin embargo, destaca, también influye la parte económica, pues hoy independizarse es más complicado que antes.
Y aunque es verdad que muchos jóvenes no quieren dar este paso, coinciden los especialistas, también hay padres que no quieren que sus hijos se vayan.
CHOQUE DE IDEAS Y CONFLICTOS GRAVES
Por lo regular, dicen los expertos, los padres esperan terminar su ciclo de paternidad cuando los hijos alcanzan una edad adulta, una vez que se gradúan de la universidad y encuentran un trabajo, quizá alrededor de los 25 años.
Al llegar ese momento, añade la psicóloga Leal, los padres retoman su vida como pareja y los hijos empiezan su vida.
¿Qué pasa cuando eso no ocurre? Cuando hay padres e hijos adultos de cerca de 30 años viviendo bajo el mismo techo, la situación se puede complicar.
“Puede haber mucho conflicto, ya que ambos pelean por sus ideales o pensamientos, cada quien trae sus propias reglas”, indica la terapeuta.
Los hijos quieren vivir su vida como adultos sin tener intromisión de los papás ni tener que avisar sobre cuándo van a salir o a qué hora van a llegar.
Y los padres, que quizá ya buscan tranquilidad, mantienen la preocupación.
“Tú quieres que te sigan pidiendo permiso porque viven en tu casa, entonces en la noche tú te despiertas, la casa no está cerrada”, cuenta Mariana.
Además, muchas veces toman ventaja de lo que sus padres les ofrecen para vivir su vida como adultos, sin cumplir responsabilidades como aportar dinero a casa.
“Mi preocupación”, expresa la madre de familia, “es que no asuman su adultez y su responsabilidad de independizarse”.
Otra situación es que no se vayan nunca y, por alguna razón, nunca establecieron límites.
Más allá de un simple choque de ideas, afirman especialistas, algunos conflictos graves por tener a los hijos tanto tiempo en casa pueden ser abusos como pedir constantemente dinero o hasta despojos, sobre todo a padres en la tercera edad, e incluso agresiones físicas y emocionales. Ante esto, afirman, es importante la denuncia al 911.
APOYAR SU INDEPENDENCIA
Los especialistas sugieren guiar a los hijos desde chicos para que logren emprender su propio camino.
Se recomienda que los padres comiencen estableciendo límites al pedirles que contribuyan con ciertas responsabilidades
“También hay que escuchar al hijo: ¿Qué está pasando?, ¿por qué no se independiza?”, considera el psicólogo Castillo.
El proceso de separación, coinciden especialistas, es importante para que los jóvenes empiecen a trazar su propia vida.
Un proceso psicoterapéutico puede ayudarles a entender por qué les cuesta independizarse.
La recomendación para quienes aún tienen hijos chicos es apoyar su independencia desde pequeños con cosas básicas como que puedan elegir su ropa u otras actividades. Y hacerles saber que los padres están ahí para apoyarlos y guiarlos en su camino, pero no para ser sus “roomies” de por vida.