Cuando los primeros vinos con taparrosca llegaron a Mónaco, los sommeliers escondían las botellas y servían por copeo para no generar escándalo en la sala, recuerda el sommelier Bruno Scavo. Hoy, algunos puristas aún se resisten a los vinos enlatados o envasados en Tetra-pak.

Desde los años 70, el vino vive una revolución continua; sus motores: tecnología y sustentabilidad. Pero en los últimos tiempos, el contenido digital y las redes sociales –a las que cada persona dedica 144 minutos de su día, según Statista– han puesto otros factores y consideraciones mercadológicas sobre la mesa.

ETIQUETADO INTERACTIVO

“El contenido digital crea sentido de comunidad. Los consumidores en línea están para ver, ser, socializar, comprar y entretenerse”, documenta un informe sobre redes sociales para el Congreso Mundial de la Viña y el Vino. 

Etiquetas con realidad aumentada, como las de los vinos australianos 19 Crimes –en las que los prisioneros hablan y relatan su crimen– o las de la línea clásica de la bodega mexicana L.A. Cetto –que ilustran el ciclo vegetativo, el proceso de vinificación y las notas de cata–, hacen a los enófilos sentirse en una ficción futurista.

Los más de 3.6 mil millones de habitantes del universo digital utilizan las redes sociales en busca de nuevas ofertas y como una ventana para compartir sus experiencias. Y dado que un buen porcentaje de los usuarios pertenecen a la generación millennial, las estrategias de marca responden a sus valores.

“La generación millennial es la más grande de la historia y se le identifica como nativa digital. A diferencia de la anterior, prefiere recurrir a las recomendaciones de vino de amigos y pone mucho menos atención a la geografía como sinónimo de calidad. Da una importancia esencial al contenido visual, al grado de alcohol, y a las implicaciones que su decisión de compra tiene en el medio ambiente”, detalla el informe. 

El etiquetado ha cambiado adaptándose a plataformas digitales y apps; sin embargo, la tecnología no sólo está al servicio del marketing, sino a favor de la evolución y conservación de un vino dentro del envase.    

Durante la última década comenzó a aplicarse tecnología muy especializada para controlar el oxígeno dentro de los empaques, de acuerdo al perfil del vino; pensando en su desarrollo, sus características, la expectativa del enólogo, la distribución e incluso el tiempo de almacenamiento".

NUEVOS EMPAQUES

Los hábitos de consumo de los millennial también han impulsado el abandono de los empaques tradicionales. De acuerdo con el experto, las vinícolas buscan empaques biodegradables, naturales y compostables.

“En los últimos tres años, la tecnología se ha concentrado mucho en la sustentabilidad y transparencia de los procesos. Es fundamental entender la estrategia completa de las bodegas que quieren centrarse en la solución al cambio climático. Cuando piensas en sustentabilidad, necesitas analizar el ciclo completo: todo beneficio tiene otras implicaciones”, detalla Vidal. 

Para el especialista británico Robert Joseph es ilógico que, en los tiempos que corren, la capacidad estándar de las botellas ofertadas en cualquier anaquel permanezca en 750 mililitros, debido a que hoy los vinos son más alcohólicos y el consumo más moderado.

“Estas botellas, que se utilizan desde el siglo 17, solían contener líquidos con 10 grados de alcohol. Poner un Zinfandel con 16 grados de alcohol en este tipo de envase, en 2021, no es normal. 

“Odiamos las botellas pesadas porque son un desastre ambiental. Deberíamos recurrir a otro tipo de alternativas, como botellas más delgadas e incluso retornables”, enfatiza. 

Según el consultor, las latas son cada vez más populares, sobre todo en el mercado estadounidense. Una de las razones es un consumo moderado e individual. Se evita así el desperdicio de una botella y la necesidad de un sacacorchos. 

“Últimamente, hemos visto vino en caja en diferentes lugares del mundo y serán cada vez más los tamaños en este tipo de presentación. En paralelo veremos pequeños contenedores de una copa”, afirma Joseph. 

¿ADIÓS A LAS BOTELLAS DE VIDRIO?

La pregunta frecuente sobre qué empaque elegir se remite a la huella de carbono. El Dr. Richard Smart examinó este tema específicamente para la industria del vino y destaca que, para una reducción significativa, debe mirarse a las botellas de vidrio y su transporte.

“Las botellas de vino requieren mucha energía basada en combustibles fósiles para fabricarse, luego para transportarse y, tal vez, para reciclarse. Son redondas y ahusadas, de formas ineficientes y, a menudo, tan pesadas como su contenido…

“Ciertamente, es hora de que el sector vitivinícola mundial reconsidere el envasado, al menos para la gran mayoría de los vinos menos costosos elaborados para consumo inmediato”, destaca el reconocido consultor australiano en el artículo Carbon Foodprints, Wine and the Consumer, publicado en el portal de Jancis Robinson.

Entre los envases alternativos, el autor menciona cartón forrado, bolsas de bioplástico, latas de aluminio y muchas formas de empaque aún no consideradas. Incluso menciona que, en algunas partes del mundo, los minoristas llenan contenedores lavados.

“Mi predicción es que las botellas de vidrio pronto se verán como un dinosaurio más en el envasado y transporte de vino”, pronostica el investigador.

En México la presencia de vino en presentaciones más allá de la botella aún no es significativa y, de acuerdo con el el sommelier Manuel Negrete, el cambio dependerá de los consumidores jóvenes y las grandes bodegas.

La gente más joven se arriesga con nuevos empaques; las generaciones anteriores no están dispuestas a experimentar. Necesitamos que más marcas grandes se comprometan con los nuevos empaques para que la gente esté más abierta a estas ideas".

Textos: Nayeli Estada
Edición: Alejandro Vizzuett
Imágenes: Freepik y cortesía de las bodegas
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