A lo largo del tiempo, Nuevo León ha demolido buena parte de su patrimonio de valor, pero aún quedan joyas que se han conservado y que es imprescindible mantener vigentes.

La más reciente que será rescatada es definida como una de las más antiguas, de acuerdo con el historiador Carlos González Rodríguez: se trata de la capilla de la Hacienda de Santa Bárbara de los Nogales, conocida como la capilla de Guadalupe o de Mónica Rodríguez, quien con su esposo Miguel de Montemayor, nieto del fundador de Monterrey e hijo de Alberto del Canto, fundó San Pedro.

La construcción data de mediados del siglo 17, mucho más antigua que la Catedral de Monterrey, el Obispado y la Casa del Campesino, por lo que el Cronista de San Pedro ha luchado décadas por su recuperación, pues ahí reside el origen del municipio.

“La recuperación de la capilla de Mónica Rodríguez es uno de los grandes momentos de nuestra historia”, afirma González Rodríguez.

Hay otros sitios del patrimonio norestense que merecen ser tomados en cuenta y preservados.

Con la guía del linarense José Alberto Rodríguez Ramírez, investigador de la historia estatal, se hace un recorrido por algunas muestras de nuestras joyas del patrimonio, hoy en el Día del Patrimonio de Nuevo León.

Catedral de San Felipe de Linares​

Terminada de construir el 19 de abril de 1729 y dedicada solemnemente a “María Santísima Nuestra Señora, en el feliz, dulce y soberano misterio de su gloriosa Asunción a los cielos”, aunque al estar construida de adobe sin cocer se derrumbó en septiembre de 1751 por lluvias de sucesivos huracanes.

El 5 de enero de 1773, apunta el investigador Rodríguez Ramírez, el Rey Carlos III anuncia la creación de un nuevo Obispado y fija como sede de su Catedral a San Felipe de Linares, para lo cual le concede el título de Ciudad por Real Cédula del 19 de mayo de 1777.

Informa que la bóveda de esta nueva construcción se derrumbó el 21 agosto de 1805, iniciándose su reconstrucción tres meses después: la primera misa la celebra el cura Bernardo Tato el 1 de mayo de 1830, en la conmemoración del martirio del Apóstol San Felipe.

Pasó por otras reconstrucciones hasta que la catedral invencible -cuya cantera rosa fue colocada en 1957- se ha mantenido en pie pese a huracanes y diluvios.

Museo de Linares

Construido entre 1740 y 1758 por el fundador de la Villa de San Felipe de Linares y después pasó a su esposa y más tarde a su hijo de crianza Valerio Matías Cantú.

La construcción espléndida fue transferida a otras manos, uno de ellos Pedro del Valle, hasta que llegó a convertirse en el museo de la historia local. La troje es la actual sala de exposiciones temporales y el tapanco está sobre la oficina del director del museo.

“Aunque ha sufrido muy diversas modificaciones en el transcurso de más de dos siglos y medio”, dice el investigador, “las construcciones hechas por Pedro del Valle aún subsisten”.

Iglesia de San Cristóbal, Hualahuises

Construida en el actual Hualahuises entre 1674 y 1693.

Cuenta Rodríguez Ramírez que los franciscanos llegaron a este pueblo a misionar, de acuerdo con el Padre Pedro Gómez Danés, hacia 1674, debiendo construir un templo.

El investigador comparte que, para el 9 de marzo de 1685, en visita del Gobernador Marqués de San Miguel de Aguayo, se anota “haber una iglesia pequeña cubierta de jacal”.

“En testimonio levantado en 1702 se asienta ‘que después que el Capitán Villegas fue a vivir en dicha Misión, tiene alguna forma, porque mandó aliñar la Virgen y mandó a traer un Jesús de Nazareno que está en la Iglesia, y que dio campanas y otras cosas que hay en la Misión y ha dado’, refiriéndose a Sebastián de Villegas Cumplido, que después sería el fundador de la Villa de San Felipe de Linares.

El “Vaticano de Nuevo León”, citando al Cronista Napoleón Nevárez Pequeño al hablar de su Hualahuises, es más antiguo que la tierra de los Cadetes de Linares.

Templo de Nuestra Señora de los Ángeles, Aramberri

Al sur de Nuevo León, una joya del patrimonio se mantiene discreta. Se trata del Templo de Nuestra Señora de los Ángeles de Aramberri, de 1660.

Rodríguez Ramírez, Virgilio de este recorrido por el pasado, explica: “El 15 de agosto de 1607, Fray Juan Bautista de Mollinedo, franciscano predicador y Guardián del Convento de San Juan Baptista de Xichú, funda el primer ‘puesto misional’ en 1607 al que nombra San Cristóbal de Río Blanco, en donde se halla el actual Aramberri, siendo ésta la segunda población en todo Nuevo León, apenas 11 años después que Monterrey”.

En aquella ocasión, cuenta, Mollinedo convirtió a varios aborígenes a los que casó por la ley católica y les encargó que realizaran “una iglesia de jacal”, lo que sucedió en 1617 al elevar el templo a parroquia siendo su primer titular Fray Pablo Betancur, que tenía 19 años de edad.

Betancur desatiende esta parroquia y en 1626 Fray Lorenzo Cantú llega al nacimiento del Río Blanco, donde establece un “puesto misional” al que llama San José, actual General Zaragoza, el cual estaba dentro de los límites de la fundación hecha por Mollinedo.

Tras muchas vicisitudes, en 1660 Fernando Sánchez de Zamora promueve la construcción de una obra de “piedra y canto” que es la actual parroquia, siendo párroco Fray Juan Caballero, y es en ese año de 1660 en que se destina de fijo a un misionero: Fray Joseph de San Gabriel, nombrándose la Misión de Santa María de los Ángeles.

La preciosa iglesia, en el centro del municipio, sigue en pie.

'Es nuestra memoria'

Carlos González, Cronista de San Pedro, ha sido un incansable defensor de la memoria de la Nuevo León: lo mismo luchó por el Molino de Jesús María, donde ahora hay un fraccionamiento, entre San Pedro y Santa Catarina, y que fue uno de los primeros núcleos de desarrollo fabril en el Estado que incluso fue visitado por Porfirio Díaz.

También por el Ojo de Agua de San Pedro, la Capilla de Mónica Rodríguez, el Barrio Antiguo, demolido por la avaricia de particulares y la indiferencia de autoridades.

“Han destruido a lo largo de los años, pero sobre todo en años recientes, buena parte del patrimonio”, ha dicho. “Debemos entender que es nuestra memoria, que no podemos contar lo que hemos sido si no hay cosas en pie que lo reflejen”.

Ha habido acciones para preservar el patrimonio: la Casa del Campesino, el Templo de Dolores, al lado del Mercado Estrella; el mismo Palacio Federal.

“No podemos contar nuestra historia únicamente a través de libros”, afirma el historiador. “Necesitamos tener a la vista construcciones que han sido esfuerzo de generaciones anteriores”.