El cuerpo del Premio Nobel de la Paz Desmond Tutu, fallecido a los 90 años, fue reducido a polvo por aquamación, un nuevo método de cremación basado en la combinación de agua y altas temperaturas, presentado como una alternativa ecológica a los modos de sepultura clásicos.

Como la técnica de compostaje de los cuerpos con capas de hojas y madera, o el nitrógeno líquido, la aquamación es un método funerario permitido sólo en algunos países.

En Sudáfrica, la práctica evoluciona en un cierto vacío legislativo. 

De su nombre científico “hidrólisis alcalina”, consiste en la cremación por el agua más que por el fuego. Los restos del fallecido se depositan en un gran cilindro metálico y luego se sumergen en un líquido, una mezcla de agua y productos alcalinos.

La sustancia se calienta (alrededor de 150 ºC) y se pone bajo presión, proceso que permite una rápida disolución de las carnes en el interior de la caja.

Después de sólo unas horas, los tejidos del cuerpo (grasas, sangre, proteínas, piel…) son “completamente licuados, y no quedan más que los huesos”, explica el sitio “funeral.info”.

Estos huesos son luego reducidos a polvo blanco, colocados en una urna y entregados a los familiares para ser enterrados,  o depositados en un columbario.

 

Desde un punto de vista simbólico, el agua se considera más suave que las llamas, y evoca el final de una vida comenzada en el elemento líquido. Pero sus defensores destacan sobre todo el beneficio ecológico del método, menos energizante que la cremación por combustión y que emite menos gases de efecto invernadero. 

Según la empresa Resomation, con sede en el Reino Unido, el agua consume cinco veces menos energía que el fuego.

También se lo utiliza para eliminar los restos de los animales en los mataderos, donde se lo considera eficaz desde el punto de vista sanitario.