De su nombre científico “hidrólisis alcalina”, consiste en la cremación por el agua más que por el fuego. Los restos del fallecido se depositan en un gran cilindro metálico y luego se sumergen en un líquido, una mezcla de agua y productos alcalinos.
La sustancia se calienta (alrededor de 150 ºC) y se pone bajo presión, proceso que permite una rápida disolución de las carnes en el interior de la caja.
Después de sólo unas horas, los tejidos del cuerpo (grasas, sangre, proteínas, piel…) son “completamente licuados, y no quedan más que los huesos”, explica el sitio “funeral.info”.
Estos huesos son luego reducidos a polvo blanco, colocados en una urna y entregados a los familiares para ser enterrados, o depositados en un columbario.