UNA VIDA LLENA DE LOGROS

Susana Palazuelos y su esposo, Mario Wichtendahl

La chef recuerda la primera boda que planeó hace aproximadamente 30 años y que se convirtió en un referente no sólo en Acapulco, donde se llevó a cabo, sino también en otros puertos alrededor del País.

“Mandé a hacer una cruz de 6 metros de altura y una tarima que daba al mar, me traje al coro de Bellas Artes y a parte de la Filarmónica. Fue en Tres Vidas, en un jardín, al que hasta palmeras le sembré; hicimos el coctel alrededor de la alberca y la cena con arreglos de 1 metro y medio de altura que no se habían visto”, recordó.

“Yo me ocupé de todo, los fuegos artificiales cuando estaban bailando los novios y los mil globos que volamos en el Ave María durante la misa. Todo ese tipo de cosas que no necesariamente cuestan tanto, pero que la gente no podía creer que una boda se pudiera llevar a esos niveles, porque así es como yo hacía todos mis eventos”.

Connie McCluskey

Fue gracias a este espíritu innovador e incansable que L´Amore Wedding Show decidió reconocer la trayectoria de Susana, durante su primera edición en San Miguel de Allende.

Alberto Cinta y Rose Ruiz

Y no sólo eso, sino que el galardón que se otorgará a un wedding planner durante cada nueva edición de este congreso, llevará su nombre.

“Estaba reflexionando quién sería la siguiente personalidad que recibiría un homenaje de parte de la exposición, porque la verdad iniciamos con la más grande, la pionera y la más generosa; así que decidimos que el premio debía de llevar su nombre”, compartió Maika de la Oca, productora y fundadora del evento.

Daniel Espinosa y Maika de la O

Susana es un referente único, una mujer que tiene una gran energía y que hoy continúa visualizando nuevos conceptos y proyectos; es incansable e irrepetible”.

El reconocimiento se llevó a cabo en un restaurante de la Ciudad de México, al que la acompañaron su esposo, Mario Wichtendahl, y su hijo, Eduardo, quienes aprovecharon la ocasión para recordar cómo fueron los inicios de su carrera.

“Desde muy pequeños, siempre nos metía esa semilla de amor por México, de valorar nuestra identidad y productos. Vivíamos en una casa prácticamente a la orilla del mar en Acapulco y llegaban los pescadores con sus tesoros recién sacados del mar y mi mamá nos los cocinaba de manera deliciosa, entonces crecimos con ese sazón y ese sabor”, platicó Eduardo, quien también es chef.

Siempre fue una lección entender la responsabilidad que implicaba emprender un negocio y salir adelante, porque al principio fue mucho trabajo, le tocaba hacer un poco de todo, desde las compras y la cocina hasta servir el evento, cobrarlo y decorar”.

Salvador de Anda y Abel Hernández