Giuseppe Verdi (1813-1901), fallecido hace 120 años, es considerado el compositor de ópera italiano más importante del siglo 19.

Representó el puente entre la era del bel canto y el verismo, y puso el canto al servicio del drama, siguiendo las influencias francesas y alemanas de la época.

Alcanzó fama mundial en la década de 1850. Fue incluso diputado del primer parlamento republicano en Turín y senador en Roma.

El inicio

“Hablar de Verdi es como celebrar un padre para los italianos”, opinó el musicólogo Massimo Mila cuando se cumplieron 50 años de su muerte.

El famoso coro de los hebreos durante el exilio en Babilonia, “Va pensiero”, de la ópera Nabucco, fue incluso considerado una suerte de un himno a la independencia y a la unificación de Italia, bajo el yugo de los austriacos.

Al día siguiente de su estreno, en 1842, en los muros de Milán aparecieron pintadas las siglas “V.E.R.D.I.” a manera de consigna: Vittorio Emanuele Re D’Italia.

“Con esta ópera puede afirmarse realmente que mi carrera ha comenzado”, diría el propio compositor, aunque ya había estrenado en 1839 Oberto, en la Scala de Milán.

Sabías que...

Verdi escribió Nabucco a insistencia de Bartolomeo Merelli, empresario de la Scala, después de fracasar con la ópera cómica "Un día de reinado", tras la cual el compositor estuvo tentado a renunciar. Fue un periodo dramático en su vida, pues además había perdido a sus dos hijos y a su primera esposa en el lapso de dos años. Pero Merelli logró convencerlo y Nabucco se estrenó con la soprano Giuseppina Strepponi, quien se convertiría después en su compañera sentimental.

La consolidación

Muchos compositores se conformarían con contar en su catálogo con al menos una de tres de sus óperas más populares: Rigoletto, El Trovador y La Traviata, a las que se sumarían Aída y Otello, entre muchas otras. Un treintena en total.

Entre éstas destaca La Traviata, la única ópera trágica de Verdi donde no hay violencia; la heroína, Violetta, muere de tuberculosis.

El primer encuentro entre Violetta y Alfredo, donde se mezcla el coro en el brindis, es, por cierto, uno de los pasajes más conocidos de la literatura operística.

Violeta y Alfredo en La Traviata, con la interpretación de la rusa Anna Netrebko y el mexicano Rolando Villazón.

Rigoletto también destaca en la cúspide de su obra.

En esta ópera, un duque que gobierna de forma déspota seduce y deshonra a cuantas mujeres desea, matando a sus padres y esposos.

Su cómplice es el bufón Rigoletto, quien ha criado en secreto a una hija y verá su suerte volcarse en su contra cuando, sin saberlo, se vuelve cómplice de su rapto.

La frívola naturaleza del duque queda caracterizada en la famosa aria “La donna è mobile”.

"Mi voz ama mucho a Donizetti y bastante a Bellini, pero yo, personalmente, prefiero a Verdi".

Ópera Rigoletto, con la interpretación de Pavarotti.

El Trovador, por su parte, siempre fue una de las óperas más apreciadas cuando Verdi vivía y fue interpretada por los más grandes, como Enrico Caruso, quien representó a Manrico.

El Trovador, con la voz de Franco Corelli.

Otello es considerado el mayor y más difícil papel de tenor creado por Verdi.

Plácido Domingo fue el gran Otello de los años 80 y 90, quien protagonizó además la película dirigida por Franco Zeffirelli.

Verdi quería estrenar Aída para la inauguración del Canal de Suez, en Egipto-país donde sucede la acción-, en 1869, y posteriormente representada en la Ópera Garnier de París.

Se estrenó finalmente en 1871 en la Ópera de El Cairo y se convertiría en una de las óperas más recurridas del mundo.

Verdi y su marcha triunfal, en Aída, bajo la dirección de Riccardo Chailly.

Su muerte

Verdi falleció en la cúspide de su carrera el 27 de enero de 1901 en Milán, donde fue enterrado. Pero su obra continúa resonando y cosechando adeptos.

Información: Erika P. Bucio

Fuente: Ópera. Compositores. Obras. Intérpretes, de Andras Batta, editado por Könemann, 2005.