El origen del gazpacho se remonta a tiempos antiguos, mucho antes de la llegada del tomate a Europa. Se cree que las primeras versiones de gazpacho eran simples sopas frías de pan, ajo, aceite de oliva y vinagre, que los campesinos andaluces consumían para refrescarse y reponer energías durante los calurosos días de trabajo en el campo. 

El gazpacho que conocemos hoy no estaría completo sin el tomate, pero este ingrediente esencial no fue añadido hasta después del descubrimiento de América. Los tomates, originarios de América, fueron traídos a Europa por los exploradores españoles en el Siglo 16. Aunque al principio fueron recibidos con cierta sospecha, pronto se convirtieron en un ingrediente fundamental de la dieta mediterránea.

El Siglo 19 vio la incorporación del tomate al gazpacho, transformándolo en la refrescante y vibrante sopa roja que conocemos hoy. Esta versión moderna del gazpacho, que también incluye pepino y pimiento, se convirtió rápidamente en un plato popular en toda Andalucía.

Su popularidad ha cruzado fronteras. En la década de 1960, con el auge del turismo en España, el gazpacho comenzó a ganar reconocimiento internacional. Hoy en día, se sirve en restaurantes de todo el mundo y es una opción popular para aquellos que buscan una comida saludable y refrescante.