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Docentes universitarios de Latinoamérica, sin importar la materia que impartan, pueden participar en Maestros Que Dejan Huella (MQDH), un programa de formación cuyos resultados en su primera edición se enfocaron en afrontar retos ambientales.

Al ser multiplicadores naturales de conocimientos, los profesores aprovechan las capacitaciones en metodologías de innovación para identificar y proponer soluciones tanto físicas como digitales a problemas comunitarios.

A través de esta iniciativa de Impulsera, aprenden diseño centrado en el usuario, sistemas ágiles, prototipado, estrategia de mercado y tópicos afines con el propósito de desarrollar proyectos que resuelvan problemáticas de sus comunidades.

“Lo que buscamos es que cualquier persona (…) encuentre causas, raíces y consecuencias para resolver de fondo (los problemas) y proponer una solución con innovación. Puede ser que incluya tecnología, una nueva manera de armar un modelo de negocios, o proponer un nuevo modelo circular de un producto o servicio o de la manera que estás generando valor al usuario”, explicó Mariana Levet, directora general de la organización.

Un proyecto destacado de MQDH es Moorlight de Mayli del Refugio López, profesora de la UVM Online. Con estudiantes de Biotecnología y Mercadotecnia detectó un desafío en la Alcaldía Milpa Alta de CDMX: algunos pobladores llegan a consumir agua contaminada porque carecen de gas LP o leña para hervirla.

Su iniciativa contempla instalar un biorreactor en los hogares capaz de generar metano (útil para calentar líquidos) a partir de la fermentación de un compuesto de algas y bacterias. Su modelo de negocios propone cambiar cada dos semanas ese compuesto con un “refill” disponible en tiendas de abarrotes a un costo inferior al de los cilindros de gas LP, ahondó López.

“El maestro no se debe quedar en la teoría, sino aplicarla en la práctica y que los estudiantes vean que esos conocimientos sí ameritan llevarse a cabo en la vida cotidiana”, consideró.

Agentes de cambio

Capacitar a los docentes influye en el estudiantado y en las comunidades alrededor de ellos porque comparten sus saberes en asesorías, clases, talleres y otras actividades, sostuvo Edgar Chávez, profesor de la UABC creador de otro proyecto reconocido en el programa: C-Waste, aplicación que recompensa a quienes mejoran la gestión de sus residuos.

“Me quedó bien claro en MQDH (…) el grado de liderazgo e influencia que tenemos en nuestros jóvenes. Si llegamos a dirigir de manera correcta a los estudiantes, sí podemos ser un agente de cambio en nuestras comunidades”, afirmó.

La app se encuentra en una primera fase centrada en educación ambiental sobre cinco erres: reducir, reutilizar, reciclar, rechazar y repensar. La próxima etapa incluirá acciones que los usuarios podrán llevar a cabo para ganar puntos canjeables por artículos o descuentos. Chávez colabora con alumnos de dos ingenierías: Industrial y Mecatrónica.

Moorlight y C-Waste quedaron en primer y segundo lugar, respectivamente, entre los mejores proyectos de la primera generación de MQDH. Ambos educadores enseñan las habilidades blandas y duras aprendidas en el programa a sus estudiantes: liderazgo, medición de impacto, planeación financiera y “storytelling”, ejemplificaron.

Los jóvenes involucrados tienen acceso a las clases y materiales del entrenamiento, que consta de 126 horas de formación online, y a las sesiones de asesoría con los consultores de Impulsera, detalló Levet, quien espera que la generación 2025 se componga por 50 docentes.

Mayli del Refugio López
  • Resultó el mejor proyecto de la primera generación de MQDH.
  • Permite generar metano en un biorreactor por fermentación de un compuesto.
Edgar Chávez
  • Es otro proyecto destacado del programa. A través de una aplicación, se brinda información sobre cinco erres.
  • También es posible consultar actividades afines que pueden realizarse en casa.

Se buscan docentes

Anualmente se publica la convocatoria para MQDH.

Información: Tonatiúh Rubín.
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