Ahora, esa superficie es testigo de la ruina y el abandono, y forma parte de la larga lista de proyectos fallidos que se han presentado con bombo y platillo, pero que no se concretaron en Guadalajara.

El Planetario abrió sus puertas en 1982, en ese entonces contaba con los mejores experimentos y tecnología en exposiciones de divulgación científica.

El recinto tenía una amplia zona de exposición para conocer el sistema planetario a través de un oscuro y divertido túnel.

Tenía también una amplia zona dedicada a las telecomunicaciones con exposiciones en torno a la telefonía y la televisión. 

El espacio tenía también divertidos experimentos científicos, de física y química, que retaban la imaginación de los niños y adolescentes durante la década de los 90.

Uno de los grandes atractivos de este espacio para la ciencia y la tecnología era el anfiteatro que tenía una forma circular para emular la bóveda celeste. Ahí se proyectaban películas sobre la historia de la astronomía, el legado de los mayas a esta ciencia, entre muchas otras.

Fue precisamente a finales de los 90 que el Planetario empezó a decaer. Con reiterados recortes presupuestales, el recinto vino a menos, poco a poco, pero aún así no perdía popularidad entre sus visitantes.

El mural “Macro y Micro Cosmos”, de Rubén García Mendoza, era la pieza que recibía a los visitantes en el vestíbulo del Planetario, que además era la puerta de entrada al anfiteatro.

En 2008, bajo el proyecto de recuperación de la zona norte, Puerta Guadalajara, la empresa española Mecano prometió restaurarlo y exhibir un guión museográfico contemporáneo, pero sólo fue desmantelado.

Ahora el recinto luce en ruinas y en el olvido. El proyecto de recuperación nunca sucedió y la estructura se vino abajo, las piezas de las exposiciones se desmontaron, incluso se vendieron de manera irregular.