Anna Anichkova y Philmarin/Wikimedia Commons y Ciudad de México

Calles, parques y áreas verdes del centro de México se tiñen de azul violeta durante la temporada de floración de las jacarandas, que coincide con la primavera.

Si bien son conocidos por sus flores, estos árboles son ricos en curiosidades como las siguientes.

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Las jacarandas son originarias del Gran Chaco, una región de Sudamérica que se extiende por Argentina, Bolivia, Brasil y Paraguay. Ahí están amenazadas por la trasformación de las selvas secas en campos agrícolas. Al no ser nativas de México, son consideradas especie exótica en el País.

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David Don, un profesor escocés de botánica, dio a estos árboles el nombre científico de Jacaranda mimosifolia en 1822. “Jacarandá” proviene del idioma guaraní. Algunos expertos consideran que significa “fragante” o “madera fuerte”. Otros nombres comunes de esta especie son palisandro y azulillo.

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Miden de 12 a 20 metros de altura, pero llegan a alcanzar los 30 metros. Durante la primavera producen racimos o grupos de flores, cuya coloración es azul violeta. Cada flor mide de 4 a 5 centímetros. Su florecimiento es tan espectacular que algunos la llaman flor de la pasión.

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Framboyán de Madagascar. Foto: scott.zona/Wikimedia Commons

Las flores contienen una gran cantidad de néctar, así que atraen a numerosas especies de aves e insectos polinizadores, como abejas. Cuando no tiene flores, este árbol a veces es confundido con el framboyán de Madagascar (Delonix regia), conocido también como malinche, cuyas flores son rojas.

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Producen un fruto en forma de castañuela de entre 5 y 7 centímetros de diámetro. Sus hojas compuestas de 30 a 50 centímetros de largo contienen varias hojitas. Aunque los polinizadores ayudan en su reproducción, sus semillas pueden ser dispersadas por viento y agua.

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Secretaría de Cultura de la CDMX

Son árboles ornamentales en México, donde abundan en parques y áreas verdes. Brindan sombra y belleza a espacios públicos. Se han utilizado sus flores, hojas y corteza como remedio para la amebiasis.

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Embajada del Japón en México

A pesar de ser originarios de Sudamérica, se adaptaron bien al Valle de México y actualmente son comunes, incluso en condiciones de estrés hídrico o nutricional. Su arraigo en la Capital se debe a Tatsugoro Matsumoto, un inmigrante japonés que aconsejó plantarlas en lugar de cerezos.

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INAH

El Presidente Pascual Ortiz Rubio solicitó a Japón la donación de árboles de cerezo o sakuras para plantarlos en la Capital como símbolo de amistad entre ambos pueblos. Antes de acceder, el Ministerio del Exterior japonés consultó a Matsumoto para saber si era viable que florecieran. Según el nipón, era poco probable la floración del cerezo porque requerían un cambio drástico de temperatura entre invierno y primavera, situación que no ocurría en el centro del País.

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Matsumoto aconsejó plantar jacarandas, árboles que previamente había introducido a sus viveros desde Brasil. Como especialista en paisajismo con décadas de experiencia en México, consideró que el clima de la Capital permitiría que florecieran durante la primavera y las flores perdurarían debido a la ausencia de lluvia en esa temporada.

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A nivel mundial, las jacarandas se encuentran en la categoría de “Vulnerable”, según la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).

En sus bosques nativos peligran por la tala no planificada y extractiva de árboles, así como por la conversión de su hábitat en áreas agrícolas y ganaderas. En entornos urbanos se ha reportado que florecen cada vez más temprano debido al cambio climático, situación riesgosa porque podrían ser afectadas por el frío del invierno o dejarían de completar su periodo de dormancia.