En el último siglo la industria del vino ha visto un progreso muy importante, beneficiada con nuevas tecnologías, procesos y conocimientos. Sin embargo, en el camino, un efecto secundario de la bonanza e innovación es la sobre industrialización, en la que la producción artesanal y ancestral que cautivó al mundo durante siglos se ha ido perdiendo. Muchas bodegas para abaratar costos y maximizar producción en sus viñedos usan infinidad de pesticidas; en los laboratorios para esconder cualquier error de acidez, tanicidad o equilibrio agregan químicos, y para prolongar la vida en anaquel, integran grandes cantidades de sulfitos.
Como la ley del péndulo y en un movimiento de contraposición a esta tendencia, en las últimas décadas algunos productores franceses fueron los pioneros en regresar a los básicos y crear vinos naturales o de baja o nula intervención; hoy en día se han popularizado en todo el mundo, en México bodegas como Vena Cava, Pijoan, Aborigen y Viñas del Tigre tienen ejemplares que vale mucho la pena probar.
El proceso de un vino natural intenta tener la mínima intervención posible, tanto en el viñedo como en la bodega, se procura no adherir agentes externos en el campo y la vinificación, esto con la intención de mantener la expresión más fiel de la uva y el terruño.
Información: Diana Prieto
Diseño: Fernanda Téllez
Fotos: Cortesía de los bares
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