ALEJANDRA TREVIÑO
DAR TESTIMONIO

Era una joven caracterizada por tener demasiada energía. En sus episodios de hipomanía, Alejandra casi no dormía y estaba perfecta en clases, cumplía con todos los trabajos y solía estar al máximo en las fiestas.

“Las personas que están en la estabilidad, por decirlo así, eso lo veían como ‘¡wow, tienes demasiada energía!'”, recuerda la egresada de Ciencias de la Comunicación de la UDEM y quien actualmente estudia Psicología en la U-ERRE.

“Ellos no conocían mis momentos negros donde se me acababa la energía. Y yo, en episodios depresivos, podía dormir hasta 18 horas sin tomar medicina ni nada.

“Solo mi cuerpo se apagaba físicamente, es algo fisiológico: me apago y aparte siento mucha desesperanza”.

Alejandra Treviño, de 35 años, tiene trastorno bipolar tipo 2, diagnostico que ocultó por más de una década, pero del que ahora habla para romper el estigma.

Abrió en Instagram la cuenta @mindsoulstories para compartir lo que ha significado vivir con este trastorno.

“El principal tabú que ronda es que la persona con trastorno bipolar no se puede controlar, que es sumamente agresiva, que seguramente es autolesiva, que tiene intentos de suicidio muy constantes todo el tiempo”, dice.

“Que tiene cambios de humor así como repentinos y que es una persona en la que no podrías confiar”. 

Pero la realidad es distinta, asegura.

Alejandra ha destacado en la iniciativa privada, estuvo en la dirección de procuración de fondos de Bomberos de Nuevo León y actualmente labora en Ingenium ABP, en donde se encarga de hacer programas educativos en salud mental para empresas.

“Yo no tengo una personalidad depresiva”, aclara. “Yo tengo un trastorno que me hace llegar a un episodio depresivo, es una cuestión química, muchas veces endógena”.

“El trastorno bipolar no tiene nada qué ver con tu personalidad”.

Poder ayudar a otras personas en salud mental ha sido clave para su mejoría, dice.

En enero del 2021 rompió el silencio al pedirle ayuda a su esposo Raúl González, con quien está casada desde hace ocho años. Desde entonces toma psicoterapia acompañada de tratamiento farmacológico y sesiones de psicoeducación.

GUSTAVO LÓPEZ
TODO CAMBIÓ CON UN TRATAMIENTO

Hoy de 31 años, Gustavo López creció en una colonia conflictiva del municipio de Pesquería en donde la violencia puede llevar de manera natural a un niño a ser inestable, pero en su caso sentía que todos los sentimientos que experimentaba eran más intensos.

Nació en una familia donde era completamente desconocido el tema de salud mental, por lo que fue hasta hace cinco años cuando fue diagnosticado con trastorno bipolar tipo 1.

Ahora recuerda cómo sus síntomas se intensificaron en la carrera, estudió contaduría pública en la UANL, por lo que durante los episodios de manía podía pasar hasta tres días sin dormir. Dice que durante años tuvo ideas suicidas.

“Mientes mucho en los periodos de euforia: te puedes inventar personajes, inventarte historias que no sabes ni de dónde tienes tanta creatividad y te las crees. Y llegas a un punto en donde no sabes qué recuerdos son reales y cuáles no”, cuenta.

“Llegó un punto en el que me desconecté de la realidad y me estaba metiendo en muchos problemas”.

En una crisis sus papás lo llevaron a urgencias de la Unidad de Rehabilitación Psiquiátrica de la Colonia Buenos Aires, en donde fue diagnosticado.

En aquel entonces laboró en una institución pública, pero dejó el empleo ante el riesgo de cometer un error grave por su estado de salud. Actualmente trabaja como asesor fiscal independiente.

Su vida mejoró radicalmente al comenzar su tratamiento farmacológico acompañado de terapias con psicólogo y psiquiatra.

“Después de que comencé mi tratamiento me volví un experto en administración del dinero, pude terminar un libro que tenía 10 años tratando de escribir y también pude formar una familia: me casé, tengo un hijo”, expresa sonriente. 

“La relación con mis padres mejoró y la relación con mi entorno mejoró mucho”.

ROMÁN VADILLO
AYUDAR DAR SENTIDO A SU VIDA

En los noventas, Román Vadillo ingresó a un grupo de autoayuda en la CDMX por consumo de drogas.

Ahora tiene 57 años, pero en aquel entonces era casi nula la información sobre trastorno bipolar: incluso se conocía como depresión maníaca.

“Desde niño sentía los síntomas. A los 12, 13 años decía: ‘Siento que soy diferente porque no encajaba en ningún círculo social’. Me sentía raro, hasta llegaba a pensar que era extraterrestre”, cuenta Román, originario de la capital.

“Algo que me sirvió para apaciguar el síntoma de la bipolaridad fue el uso de sustancias, empecé a consumir sustancias desde los 13 años hasta los 25 años”.

Y es que en sus episodios hipomaníacos dice que se sentía “el rey del mundo” y gastaba todo el dinero que podía. Perdió su casa, carro y todas sus pertenencias.

En el grupo de autoayuda le sugirieron buscar atención psiquiátrica. Así fue como llegó al Instituto Mexicano de Psiquiatría de la CDMX, donde su primer diagnóstico a fines de los 90 fue depresión severa.

Román solo terminó la primaria, no continuó sus estudios tras caer en drogas.

Pero en su vida siempre han aparecido ángeles. 

Cuando acudía al grupo de autoayuda dice que un amigo le dio trabajo como lavador de autos en una empresa.

Tiempo después lo conoció uno de los dueños y le ofreció ser el supervisor de tiendas de autoservicio de la empresa en la CDMX y luego lo mandaron a Monterrey para ser el supervisor de la zona noreste.

Fue en esta Ciudad, en 2003, cuando un psiquiatra le dio el diagnóstico de trastorno bipolar tipo 2 y comenzó su tratamiento. 

Hace ocho años se divorció. Es papá de un hijo de 33 años y vive con su otra hija, de 23, y su nieta de 7 años, con quienes expresa ser muy feliz.

Se pensionó en 2015 y desde hace tres años colabora como mentor en Ingenium ABP para ayudar a otras personas que tienen una enfermedad mental. Algo que le da sentido a su vida.

“Es la esencia que le da sentido a mi vida, el ayudar y que los pacientes como yo se den cuenta que tienen un lugar”, dice.

“Que se quite el estigma”.

Líneas de ayuda

Atención de emergencias
911
SAK Fundación
558-120-9262
Clínica Humind
811-9335-555
Ingenium ABP
818-040-9418
Línea de la vida
800-911-2000
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