Desde niño quiso ser torero, pero sus padres se lo impidieron. Durante sus años como estudiante de Derecho en la UNAM comenzó a torear festivales de aficionados prácticos y así fue como dio cauce a su gran pasión.
En 1970 se casó con Verónica Solórzano Pesado, la hija del famoso torero Jesús Solórzano, y esta relación le permitió seguir toreando en las tientas a las que lo invitaba su cuñado, que también era torero, a la par que continuaba con éxito su carrera como abogado de empresa.
Una vez que tuvo una posición económica desahogada, renunció a su trabajo y debutó como novillero en 1983, cuando contaba con 43 años, anunciándose como Antonio Vega en los carteles, que fue su nombre artístico.
Después de una carrera de más de cinco años como novillero, en la que toreó 56 festejos, tomó la alternativa el 1 de octubre de 1988 en la plaza de San Miguel de Allende, de manos de Chucho Solórzano, y ante el testimonio de Curro Rivera, con toros de Los Martínez. Entonces tenía 48 años y se había convertido en uno
de los toreros con más edad en dar este paso.
A lo largo de los siguientes años, toreó unas 25 corridas, ya de forma esporádica y se retiró para continuar atendiendo algunos asuntos jurídicos, lo que no había dejado de hacer de manera relajada.
Entusiasta, jovial, sensible, amante de la música y el tango, Alejandro-Antonio fue un singular personaje que vivió una vida plena, rica de aventura y riesgo.