Trayectoria de éxitos

Como un jinete sobresaliente, entrenador comprometido, esposo leal, padre ejemplar y abuelo cariñoso será recordado para la eternidad.

Apasionado de la equitación, Alberto Valdés Lacarra colocó a México en el pódium internacional en diversas ocasiones, haciendo que su legado perdure en el corazón de sus seres queridos tras su sensible fallecimiento, a los 70 años de edad, el pasado 19 de diciembre.

La última participación internacional de Alberto fue en los JuegosOlímpicos de Barcelona 1992; después, se dedicó de lleno a la enseñanza ecuestre, labor que comenzó una década atrás.

Heredero legítimo de Alberto Valdés Ramos, quien se casó con Margarita Lacarra, nació el 30 de noviembre de 1950 como el segundo de cinco hijos: Malena, Alberto, Magali, Carlos e Iris, y comenzó su trayectoria deportiva a los 4 años; posteriormente, su hermano haría lo mismo.  

En Moscú 1980, Gerardo Tazzer, Jesús Gómez Portugal, Joaquín Pérez.

“Beto Valdés fue un gran amigo e instructor que hizo a muchísimos campeones, a quienes llevó a participar por el mundo; siempre se mostró como un jinete ganador, dedicado profundamente a los caballos. Sin duda, su pérdida es muy grande para el deporte nacional”.
Juan Manuel Cossio,
amigo y presidente de la Federación Ecuestre Mexicana

No obstante, sus papás le inculcaron la responsabilidad por los estudios, así que cursó la primaria en el Instituto Patria, la secundaria en el Liceo Franco Mexicano y la preparatoria en el Centro Universitario México. 

Estudió la universidad en la UNAM, de donde se graduó como arquitecto, licenciatura que ejerció por varios años; sin embargo, su pasión siempre fue la equitación, a la cual se dedicó prácticamente toda su vida. 

Durante los Juegos Panamericanos de Indianápolis 1987, Alberto ganó bronce individual y también por equipos Ian Millar, de Canadá, obtuvo el oro, mientras Rodney Jenkins, de Estados Unidos, la plata.

Bajo la influencia de su padre, el ganador del primer oro ecuestre por equipos para México en los Juegos Olímpicos de Londres 1948 desarrolló su potencial, primero en Viveros de la Loma, en Tlalnepantla, después en el Hipódromo de Las Américas, así como en el Club Hípico La Cañada, al sur de la Ciudad.

Desde los 14 años ganó diversas pruebas en la capital mexicana y en Guadalajara; posteriormente, junto a su equino, “Flotando”, se convirtió en el campeón nacional 1978, al ganar una plaza olímpica.

En 2016, Gerardo Tazzer, Alberto Valdés y José Gómez Portugal convivieron en la Escuela Hípica Guash.

“Se fue un baluarte para México, pero, sobre todo, un buen amigo. A toda su familia, mi esposa y yo les mandamos un abrazo cariñoso”.
Gerardo Tazzer
amigo y jinete ganador de bronce en los Juegos Olímpicos de Moscú 1980

El 29 de julio de 1980, Alberto Valdés, Gerardo Tazzer, Joaquín Pérez y Jesús Gómez obtuvieron el bronce en los Juegos Olímpicos de Moscú, después de una reñida participación por el segundo lugar con los jinetes de Polonia, mientras que los anfitriones se llevaron el oro.

En noviembre de ese año, la escuadra mexicana recibió, de manos del entonces Presidente José López Portillo, el Premio Nacional del Deporte y, con ello, su huella quedó plasmada en la historia mundial.

En Barcelona 1992, con  Jaime Azcárraga, Jaime Guerra y Rubén Rodríguez.

En 1982, nuevamente representó a la nación en el Campeonato Mundial de Dublín, en Irlanda, y, en 1986, en el de Aachen, Alemania, considerado el concurso más demandante de toda la urbe, pues en él sólo compite la élite mundial; en esa ocasión, el equipo mexicano quedó en sexto lugar, pero Beto ganó el Gran Premio de Hamburgo durante dicho circuito. 

El año siguiente sería uno de contrastes para la comunidad ecuestre mexicana, pues en julio, con Federico Fernández como único sobreviviente, un accidente aéreo mató a 18 caballos y a 11 personas, entre ellas, al joven prodigio Rubén Rodríguez, alumno de Beto.

 

Durante la premiación por equipos en los Panamericanos de Indianápolis 1987.

Con el corazón roto, un mes después, Alberto ganó bronce individual y también por equipos, junto a Jaime Guerra, Gerardo Tazzer y Alberto Rivera Torres en los Juegos Panamericanos de Indianápolis 1987. 

Para 1990, junto a Lorenza O’Farrill, Alberto Rivera Torres y Jaime Guerra, ganó el oro en los Juegos Centroamericanos y del Caribe, celebrados en México; al año siguiente, se presentó en los Panamericanos de La Habana y, para 1992, en la pista de los Juegos Olímpicos de Barcelona.

“Es el amor de mi vida, el mejor esposo, amigo, confidente y padre, un gran hombre que deja huella en los corazones de todo aquel que lo conoció, siempre con palabras de aliento y confort para todo aquel que lo requirió; tuvimos la fortuna de tener a nuestra adorada Katya, la luz de nuestros ojos. Te quise, te quiero y te querré por toda la eternidad, como eterna tu mirada hacia el incondicional amor a tu familia y patria. Hasta pronto mi amor, que nos volvamos a encontrar para siempre”.
Gloria Graña Rizo Patrón,
esposa

En el aspecto sentimental, el 10 de octubre de 1989, unió su destino al de Gloria Graña Rizo Patrón, con quien casi dos años después procreó a su única hija, Katya, nacida el 24 de julio de 1991 y quien le dio a su única nieta, Isabella.

Ya como padre, entregado a su familia y después de un accidente en el Balvanera Polo & Country Club, de Querétaro, el cual le impidió continuar su carrera como atleta de alto rendimiento, se dedicó de lleno a la enseñanza hasta su fallecimiento. 

Fue en agosto de 2018 que Alberto acompañó al altar a su única hija, Katya Valdés, quien se casó con Jorge Goñi, durante una ceremonia en las instalaciones de Bosque Real Country Club.

“Tuve una infancia muy bonita, mis mejores recuerdos están en el Club Hípico Francés, junto a mis papás, entre caballos y animales, fui una niña de rancho; antes de la pandemia, comíamos los lunes y él adoraba estar con su nieta, se le caía la baba por Isabella”.
Katya Valdés,
hija

En una reunión en casa de sus consuegros, Daniel e Isabel Goñi, Alberto festejó el bautizo y primer año de su nieta, Isabella, el 2 de agosto de 2020.

Alberto Michán, Eduardo Tame y Beto Valdés en la Copa del Mundo 2006, celebrada en Kuala Lumpur, Malasia.

Desde que me inicié en la equitación, en los 80, la familia Valdés fue primordial, primer con Carlos en el Jockey Club, y, luego, con Beto, en el Francés, con quien montaba dos veces a la semana; después, lo seguía todos los hípicos en los que se enseñó. Siempre se mostró al pie del cañón, con su sistema educativo muy particular, pero sumamente efectivo. Se ganó el corazón de todos sus alumnos".
Eduardo Tame,
jinete y amigo

Durante más de 20 años dio clases en el ahora extinto Club Hípico Francés, uno de los más antiguos del País, pero sus últimos cuatro años los dedicó a sus alumnos del Hípico La Campa, en Interlomas, propiedad del jinete y empresario Elías Michán.

Alberto Michán fue uno de sus alumnos más destacados, a quien llevó a un sinnúmero de competencias alrededor del mundo, entre éstas, a los Juego Olímpicos de Londres 2012.

A Beto lo puedo definir en tres formas: como mi ídolo, mi amigo y un padre, pues de chico fue mi mentor, quien además de ayudarme a dar grandes resultados, siempre me impulsó a soñar; nos hicimos muy cercanos, pasábamos horas juntos en el club y en las competencias, siempre simpático, interesante y bondadoso. Me vio crecer, mientras yo seguía su ejemplo, pues fuera de la cancha era un hombre muy sano y respetuoso, no tengo ningún recuerdo que le haya gritado u ofendido a alguien en mi presencia".
Alberto Michán
jinete y ex alumno

Fue entrenador de Antonio Chedraui Eguía, Alex Rodal y Simón Nizri; también, de los hermanos Daniel y Alberto Michán, siendo éste último uno de los mejores jinetes del País.

Quienes lo conocieron lo llevarán en su memoria y corazón como un abuelo cariñoso, padre ejemplar, esposo leal y maestro responsable. Descanse en paz.

Con información de: Gera Mezher

Edición: Sonia Paredes