Como una mujer sumamente trabajadora y cariñosa con sus seres cercanos es como será recordada Dolores Bringas Aguado, quien partió de este mundo a la edad de 103 años de edad.
Nació en la Ciudad de México el 15 de abril de 1919. Fue hija de Jorge Bringas Almada y Dolores Aguado Gómez, con quienes vivió una infancia feliz en la calle de Génova en compañía de sus demás hermanas, Magdalena, Guadalupe, Georgina y María Teresa.
Cuando la visitaba,
platicábamos
de la situación
política y económica del momento.
Siempre la voy a recordar como una
excelente persona, súper inteligente,
con una memoria extraordinaria
y una bondad incalculable”.
Con el paso de los años, los padres decidieron mandar a sus hijas, Magdalena y Dolores, al Colegio del Sagrado Corazón en Monterrey, donde cursaron como internas sus estudios básicos de primaria, secundaria y preparatoria.
Uno de sus grandes logros profesionales fue la apertura de su tienda “Dobri” en los años 50, ubicada en la calle de Niza y Paseo de la Reforma, la cual se encontraba llena de objetos novedosos traídos especialmente por ella del extranjero, como perfumes, cristalería, vestidos, artículos de decoración para el hogar, entre otros.
Ella era una mujer
atenta, adorable,
positiva y detallista,
con una envidiable memoria
y siempre actualizada en cualquier
tema; era increíble platicar con ella.
Un gran ejemplo. La extrañaremos
mucho”.
Al ser una persona extremadamente sociable, en muchas ocasiones la gente sólo entraba al lugar para platicar con ella, como lo hizo el compositor mexicano Agustín Lara, quien pasaba largas horas de tertulia con “Lola”, como la llamaban sus amigos.
En la década de los 70 cerró su negocio para trabajar en el departamento de adquisiciones de Liverpool, al lado de Luis Suberville y Max Michel, donde laboró hasta su jubilación, a los 60 años de edad.
Su familia la describe como una mujer elegante, siempre a la moda con prendas de diseñadores como Balenciaga y Chanel, amante de realizar viajes por todo el mundo, en especial a París, China y Japón; de la lectura y, en sus tiempos libres, le encantaba tejer.
Aunque nunca se casó ni tuvo hijos, siempre estuvo acompañada por sus sobrinos, Javier y Magdalena Sordo Madaleno, de quienes adoptó a sus hijos como sus propios nietos.
Falleció por causas naturales en su departamento. Descanse en paz