VALLE DE GUADALUPE.- La vocación agrícola de esta región está en riesgo, pero los turistas pueden ser grandes aliados de su conservación.

En esta zona, 25 km al norte de Ensenada, se producen tres de cada cuatro botellas de vino mexicano y se ha desarrollado una escena culinaria tan fascinante que, literal, está en boca de todos.

Esos y otros factores han desatado en este vergel una fiebre del oro, cuyos intereses no necesariamente favorecen a la región: en los últimos 10 años se ha perdido más de 25 por ciento de tierra agrícola y el Instituto Municipal de Investigación y Planeación estima que de las 5 mil 455 hectáreas cultivables que había en 2017, para 2027 quedarán menos de la mitad.

Al ser el único enclave del País con clima mediterráneo, su historial agrícola prevalece gracias al cultivo de la vid, el olivo y otras hortalizas. Organismos y asociaciones se han unido para que esa vocación identitaria se respete y el turismo es parte importante del plan.

Si no a beber vino, entonces a qué vino

“Es fundamental que la gente que visite el Valle de Guadalupe lo haga para vivir una experiencia enoturística, cuyos elementos principales son la vinicultura, la gastronomía y el paisaje. Es puntual advertir que si lo que buscan es vida nocturna o reventarse en antros o conciertos, es mejor que se eviten el viaje y vayan a lugares apropiados para ello”.

El turismo sostenible minimiza el impacto sobre el medio ambiente y la cultura local, contribuye a generar ingresos y empleos dignos para los pobladores, satisface necesidades sociales, económicas y estéticas.

“La responsabilidad es compartida entre anfitriones y turistas. Los primeros tienen la responsabilidad de ofrecer eventos y productos en sintonía y con respeto por la vocación y el ecosistema. Ofrecer hospedajes masivos o en discordia con el Valle de Guadalupe no es correcto. Los turistas pueden adaptar sus expectativas a esta realidad y no exigir cosas que no sean acordes”.

Decálogo del enoturismo sostenible

Mauricio Cantú, presidente de Provino, y el vox populi comparten recomendaciones para viajar de forma responsable y respetuosa al Valle de Guadalupe:

🍇 Planifica el viaje, conoce por anticipado lo más que puedas sobre el destino para una visita sin contratiempos.

🍇 Elije servicios y experiencias armónicos con la zona, privilegia aquellos que fomenten la vocación agrícola y minimicen su impacto en el entorno.

🍇 Adopta una conducta responsable. Evita: generar residuos, consumo excesivo de agua, contaminación auditiva, actividades que contribuyan al deterioro de espacios naturales (off-road, cuatrimotos, etc.).

🍇 Contribuye a la conservación de atractivos turísticos, sobre todo aquellos al aire libre y/o en zonas protegidas.

🍇 Apoya la economía local consumiendo productos y servicios regionales; busca favorecer a grupos étnicos y a la comunidad.

🍇 La mayoría de las vinícolas ofrece reservaciones, conviene agendar previamente la visita a las salas de degustación.

🍇 No compres ni consumas sustancias ilegales. Es devastador el impacto que la demanda de estos productos provoca.

🍇 Visita bodegas grandotas, pero también chiquitas (normalmente son atendidas por sus propietarios).

🍇 Ve más allá del Valle de Guadalupe. Regiones como Ojos Negros, La Grulla, Santo Tomás y San Vicente albergan proyectos sorprendentes.

🍇 Contrata los servicios de un chofer o establece reglas claras para el conductor designado.

Dónde hospedarse

El Programa de Ordenamiento Ecológico y el Reglamento de Zonificación y Control Territorial establecen con claridad las reglas. Una de las más importantes indica que cada hotel en la zona sólo puede tener dos habitaciones por hectárea. Tómalo en cuenta al elegir.

Selecciona alojamientos que tengan bodega de vino y viñedos, promoviendo con ello la vocación agrícola.

Palazzo del Valle es un proyecto nuevo que brinca a la vista por su fastuoso estilo; sin embargo, es un gran ejemplo de hotelería responsable con sistemas de captación de agua, planta de ozonificación de aguas grises, estación de energía eólica y paneles solares. Su Nebbiolo recién ganó medalla de oro en Ensenada, Tierra de Vino.

La Villa del Valle incluye huerto, sendero de arte, elaboración artesanal de productos de lavanda, food truck y la bodega Vena Cava, que elabora un vino natural espectacular.

Eileen Gregory, su propietaria, encabeza el comité de Berry Good Food Foundation Baja, asociación que, entre otras acciones, ha colocado huertos didácticos en primarias de El Porvenir y San Antonio Necua (reserva kumiai).

Dentro de esa asociación también participan bodegas como Bruma, Lechuza, Santo Tomás, JC Bravo, La Lomita, Finca La Carrodilla, Clos de Tres Cantos y chefs como Drew Deckman, Javier Plasencia y Alfredo Villanueva, entre otros activistas.

De bodega en bodega

En cuanto a bodegas, hay muchas haciendo grandes esfuerzos. Destaca La Carrodilla, emprendimiento enológico con el primer viñedo con certificación orgánica, apoyado en agricultura biodinámica.

Las Nubes es digna de mencionarse por sus esfuerzos en recolección de agua pluvial, separación de drenajes, biodigestores para tratamiento de aguas y siembra para favorecer al suelo y agregar materia orgánica.

Con más de 58 años cultivando la tierra y haciendo investigación vitivinícola, Camilo Magoni es una institución. Uno de sus más recientes proyectos consiste en usar agua tratada en un pequeño viñedo en Tijuana. Su búsqueda: una posible solución al problema del agua en el Valle.

Bodegas de Santo Tomás, que cumple 135 años, está activamente involucrada en la cultura desde los 90. Recientemente abrieron un tour en San Antonio de las Minas con una intervención artística desarrollada por Juan Pablo Núñez Glennie.

Al sur, en el Valle de la Grulla, Bodegas Palafox cuenta con tecnología de punta para elaborar vinos de calidad mundial, pero además utiliza energías renovables y desde 2014 instaló paneles solares para ser autosuficiente.

Unos kilómetros más adelante, en una cañada rodeada por montañas está Dovinto, que ha logrado desarrollar su propio ecosistema con agricultura biológica, desterrando toda sustancia sintética. Las cabañas ahí son un sueño.

Mesas sustentables

Elige restaurantes con una filosofía de la granja a la mesa, como Finca Altozano y Animalón, de Javier Plascencia; Laja, de Jair Téllez; Lunario, en La Lomita, con la chef Sheila Alvarado; Malva, de Roberto Alcocer, o Villa Torel, de Alfredo Villanueva.

Más allá del vino

🍷 El centro recreativo Kumiai. Siñaw Kuatai cuenta con museo, restaurantes, tienda de artesanías y actividades culturales.

🍷 El CRIA, es una residencia artística con galería que te dejará boquiabierto.

🍷 El Toyón es un sendero con vistas a más de 700 metros de altura para explorar y disfrutar la Ruta del Vino a pie.

🍷 La equinoterapia, con Tania Kotkoff, es una forma increíble y diferente de relajarse en el Valle de Guadalupe.

🍷 Montevalle es un resort de salud y bienestar, que ofrece un spa de talla mundial con sendero de reflexología y laberinto de meditación.

Para la reflexión

Tomar consciencia de la forma en que viajamos y el impacto que provocamos es indispensable pues, como dicen Natalia Badán y Hugo D’Acosta: “¿Qué interés tendría alojarse, comer o bailar en Guadalupe, si no hay viñedos, si no hay vino?”.

Información: Fabiola de la Fuente | Estudió gastronomía, antropología de la alimentación, producción editorial y creación literaria. Es productora de Vinos Salto de Fe y de la revista Borderwine. 
Edición y Diseño: Rodolfo G. Zubieta
Imágenes: archivo REFORMA y cortesía de las bodegas | La Carrodilla, Dovinto y Casa Magoni: Allen Solomon | Bodegas Santo Tomás: David Josué | Las Nubes: Aimee Parada
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