Una de las semanas más especiales que pasaron fue en Madagascar, segundo país en el que estuvieron después de Zimbabue y antes de partir a Sudáfrica, donde, después de trabajar en la limpieza de playas, disfrutaron de un espectáculo de bioluminiscencia.
Asimismo, aunque se trató de una etapa de autoconocimiento y crecimiento personal, asegura que el voluntariado hubiera sido más difícil sin la compañía de su amiga, María Puente.